APORTACIONES A LA SEXOLOGÍA DESDE LA PSICOTERAPIA CARACTEROANALITICA

APORTACIONES A LA SEXOLOGÍA DESDE LA PSICOTERAPIA CARACTEROANALITICA

JOAN VÍLCHEZ CAMBRONERO

El tema de la sexualidad , por su propia naturaleza, penetra en todos los campos de la investigación científica.Su fenómeno central , el orgasmo ,abarca una serie de temas que son tanto del dominio de la psicología como de la fisisología ,la biología y la sociología.Dificilmente hay otro campo de investigación científica que pudiera prestarse mejor a una demostración de la unidad del funcionamiento de lo viviente o que nos preservara con mayor seguridad del horizonte estrecho del especialista.La economía sexual se ha convertido en una rama nueva, independiente , con metodos y descubrimientos propios.Es una Ciencia natural basada en una teoría científica de la sexualidad” (W.Reich, 1942)

¿EXISTE UN INSTINTO SEXUAL?

El instinto como respuesta vital dispone de un mecanismo fisiológico que necesita regularse, por ello hablamos de instinto de autoconservación (sueño, hambre, sexo). Prácticamente ningún autor, ni desde la perspectiva antropológica ni biológica mantiene que la sexualidad sea un instinto, alegando como argumento a favor, el hecho de que se puede vivir sin sexualidad, pero no se puede vivir sin alimentarse. La respuesta a este argumento es que existe una diferencia entre cómo, por un lado, se muere de hambre, cómo se muere de sueño, y cómo, por otro, se muere de sexo. No porque existan diferencias quiere decir que la muerte pueda ser una consecuencia de una no regulación del instinto sexual, el cual tiene un mecanismo de regulación distinta al resto de los instintos de autoconservación.

Aquello que diferencia los estados primitivos, y dentro de ellos, los propios estados de evolución de la escala animal es la existencia de una canalización de las pulsiones sexuales favorecida por la sociedad civilizada. Esta es la tesis que desarrolla fundamentalmente Lévi-Strauss, el cual distingue entre sociedad primitiva, lenguaje primitivo, lenguaje psicótico y sociedad civilizada, lenguaje estructurado (Lévi-Strauss1953). Cuando no se da dicha canalización y se permite la posibilidad de que las pulsiones se regulen directamente, nos encontraríamos con las sociedades salvajes, primitivas. En ellas las pulsiones no están reguladas por la ley del padre, que incluye el tabú del incesto como delimitador de los límites a las pulsiones. Límites que permiten la sublimación y el desarrollo de las etapas sexuales. En dicho desarrollo existe un proceso de construcción de esa energía, que tiene la finalidad de desarrollar una dinámica de adaptación social y, por lo tanto, una civilización. Mientras que las sociedades primitivas al no canalizar la energía de esa manera por la ausencia de una ley tan marcada, se moverían en un nivel de lenguaje simbólico, psicótico y en lo que respecta al estadio de desarrollo estarían estancados, no han evolucionado. Ésta sería esquemáticamente la tesis de Lévi-Strauss, representante del estructuralismo en antropología.

La antropología funcional contradice a Lévi-Strauss, viendo el estructuralismo como un análisis codificado, cerrado, y, en definitiva, poco dialéctico. La antropología funcional en lugar de comparar sociedades o civilizaciones lo que hace es intentar encontrar la lógica que subyace a estas sociedades. A partir del funcionalismo se pone en práctica la tendencia a realizar investigaciones de campo, conviviendo con los nativos, adaptándose el antropólogo a la sociedad que está estudiando. A partir de contemplar la lógica funcional que subyace a cada sociedad, Malinowsky observa que hay diferencias patentes a la hora de vivir la sexualidad entre los distintos pueblos y lleva a cabo un análisis, de cómo en las islas Trobriands existían unas claras diferencias de comportamiento sexual con respecto al de otros nativos de otras islas cercanas (Malinowsli,1932,1961). Los trobiandeses vivían la sexualidad sin tabúes. No sólo la sexualidad genital, sino la lactancia, el contacto epidérmico, es decir, todo lo constituyen las relaciones corporales. Todas ellas estaban mediatizadas por una perspectiva matriarcal, maternal, aunque existía una función simbólica de autoridad, pero con la ausencia total de un protagonista directo de la represión como en otras sociedades en las que existe la “ley del padre”. Los resultados del análisis de Malinowsky son recogidos por W Reich. quien se apoya en ellos para lanzar la hipótesis de que la represión sexual es la facilitadora de las neurosis, las perversiones, y la criminalidad, y de que al no existir un complejo de dipo universal,el desarrollo sexual será consecuencia de la regulación o no del instinto (Reich,1936).

Asimismo Reich apunta a la necesidad de investigar el papel que el orgasmo juega en la regulación del instinto, a la vez que mantiene la necesidad de que la sexualidad se regule atendiendo a su propio y particular mecanismo regulador. Se trata de un mecanismo más flexible que el hambre y el sueño, pudiendo llegar a vehiculizarse de diferentes maneras. La regulación del instinto se produce de muchas formas, cuando se regula mal, a través de mecanismos perturbados, se producen conflictos a la largo plazo. En el caso del sueño si un día no dormimos, y posteriormente pasamos varios días durmiendo 2 horas, acabamos haciendo una cura de sueño durante 4 días produciendo un disturbio en el organismo. Con la sexualidad sucede lo mismo. No olvidemos que los rasgos de carácter se basan en un proceso de catexis libidinal. Se secuestra energía sexual y se carga en una actitud conductual, que a su vez esta intentando evadir una represión vivida en un momento. No hemos de negar que algo de sexualidad se descarga en el acto compulsivo, en las poluciones nocturnas, a través de los chistes, etc. Sólo que se trata de mecanismos de descarga tan parciales, que no permiten regular el instinto en su totalidad. En el animal humano existe un impulso biológico, que es el motor y un impulso psíquico, que es el ejecutor (en el animal sería psicológico). El impulso psíquico tiene que recoger el biológico y ponerlo en funcionamiento. La llamada del impulso se produce a través de un mecanismo biológico innato. Para que se satisfaga el impulso biológico hemos de disponer de un ejecutor, en este caso el impulso psíquico, que no sólo implica el pasar a la acción sino también el recibir y ser consciente de ese impulso biológico. De hecho, como ejemplo de una disfunción del instinto, ¿qué ocurre en los procesos anoréxicos?. Sucede que el impulso psíquico está perturbado y no recibe el impulso biológico. El anoréxico anula casi por completo la percepción de su deseo de comer, estando su impulso biológico en funcionamiento. En momento determinados dicho impulso emerge con tanto poder que ya no puede ser bloqueado, llegando a irrumpir con mucha fuerza, momento en el que tienen lugar los episodios de bulimia. Existe, por tanto, una disfunción psíquica del instinto del hambre, con la que pueden pasar muchos años sin que pase nada. La persona sigue viva. Ante estas evidencias cabe preguntarse ¿por qué se aduce como prueba de que la sexualidad no es instinto, el que un instinto tiene que regularse necesariamente, mientras que la sexualidad no tiene por qué regularse?

De hecho los instintos están en general alterados. Por ejemplo la conexión que existe entre los ritmos del sueño con los ritmos circadianos y vegetativos, sin embargo, a nivel psíquico, están alterados desde el momento en que no lo percibimos. Existen unos ritmos biológicos en la naturaleza y una conexión del sistema nervioso autónomo con esos ritmos. Existen unas horas de predomino del parasimpático, desde las 6 h. de la tarde hasta las 4 ó 5 h. de la mañana, que son las horas en las que se debería descansar. Mientras que el simpático, más relacionado con el impulso de acción, empieza a crecer a las 5-6 h. de la mañana y a decrecer a las 4 h. de la tarde, teniendo el punto álgido de 12 a 2 h.. De hecho, sobre la hora de la siesta tiende a haber una mayor capacidad percepción de la carga sexual. Y sin embargo no contactamos con ello.

Si hablamos de instinto y sexualidad a nivel sociológico ocurre que estamos dando un valor a la sexualidad que modifica completamente el esquema que se tiene de la misma. Si se trata de un instinto será algo cualitativamente distinto a cómo se ha concebido a nivel social y debería ser visto como una necesidad básica cuya regulación hay que facilitar poniendo medios sociales, al igual que se ponen para que las personas puedan dormir, comer.

FUNCIÓN DE LA SEXUALIDAD, FUNCIÓN DEL ORGASMO

Nacemos con sexualidad. Existe energía sexual desde la primera célula, la cual será distinta en el bebé, en el niño de 10 años y en el adulto. Sin embargo, cuesta creer que un niño de 10 años pueda tener necesidades sexuales. Encontramos una gran resistencia a nivel social a entrar en este planteamiento.

Este es el factor inicial y primodial del que parte Freud y el psicoanálisis, y por tanto Reich,pero se van a ir produciendo diferencias entre ambos.Para Freud existía una energía sexual que definió como “libido”, y que acompaña la vida de la persona, y es la manifestación del instinto sexual..Aplicándolo a nivel clínico las neurosis serían una manifestación de la perturbación libidinal la cual viene perturbada desde la relación familiar (psiconeurosis) o por motivos actuales ( neurosis actuales).Posteriormente Freud hablaría de que la sexualidad se manifiesta en forma de pulsiones ( ya no es insitntiva) y que se puede sublimar( canalizar en actividades sociales aceptadas), y que cuando hay una incapacidad para ello es cuando aparecen los disturbios.Reich parte de esa teoría de la libido ( postulado económico de la metapsicología freudiana) pero va a mantener la tesis de que la sexualidad forma parte del instinto,es visceral y reguladora, como hemos visto, y por tanto siempre habrá disturbios en el desarrollo libidinal porque vivimos en un sistema neurótico, lo cual implica que toda neurosis tendrá un componente etiológico histórico, que se refuerza en la insatisfacción sexual actual y en la incapacidad de regulación sexual al haber perdido la capacidad de abandonarse, de orgasmo.Estas diferencias empiezan a ser mayores a partir de aquí porque para Reich el mecanismo básico de regulación de la sexualidad, específicamente, pasa por la función del orgasmo,que será la base biológica reguladora del instinto sexual. Así el orgasmo no cumple una función de reproducción, la cual es desarrollada por los espermatozoides, los óvulos, las hormonas. Separando placer de reproducción de una forma científica.

Que la función del orgasmo tenga lugar en la sexualidad adulta a través de los genitales es una casualidad, la mitosis celular es un proceso orgástico. Esto es lo que no se ha entendido de Reich. El no hizo una apología del orgasmo, entendiéndolo como fusión de dos genitales. Previamente a la existencia de la función genital sí que hay función del orgasmo. Existe orgasmo en todo lo vivo (Reich, 1927).

El instinto sexual, es básicamente un instinto de conservación porque es la forma de regular la energía vital. Desde el momento en que el proceso de satisfacción orgástica del instinto se ve alterado por unos elementos externos (condiciones intrauterinas, del de parto, etc..) lo que ocurre, ya que el instinto no puede desaparecer, es la transformación de dicho instinto. A través de la cultura, el instinto toma formas específicas en las cuales intenta por encima de todo regularse, pero apartándose ya de su dinámica natural. La forma de ésta regulación sexual instintiva a la cultura es a través de las pulsiones, dentro de las cuales encontramos situaciones de tipo caracterial, procesos de fijación y de perversión sexual, pulsiones parciales compensatorias sustitutas como puedan ser mecanismos sublimatorios que no vienen dados por la propia satisfacción o por el propio placer de la acción.

La diferencia entre pulsión e instinto estriba en que las pulsiones son formas adaptadas al medio cultural que buscan la regulación del instinto. Cuanto más se alejen las pulsiones del instinto mayor será el estasis sexual, el cual, a largo plazo, generará procesos biopáticos que llevan necesariamente a la muerte. No sólo muerte física, hago referencia también a la reducción de la capacidad de placer, de la capacidad de percepción del exterior.

Lo que no podemos pensar es que en un sistema social como el nuestro donde se manipula información, se ocultan realidades, etc, vamos a desarrollar las facultades individuales a pleno rendimiento. Nuestra capacidad de placer, de expansión, incluso de percibir procesos extrapersonales no puede desarrollarse en un mundo así. A partir de que vivimos en esta cultura, nos encontramos con un impedimento para la regulación natural, de ésta manera es como hallamos las pulsiones. La pulsión sexual, admitiendo el factor cultural, debe tener una variable biológica y una variable psíquica ejecutora, la que nos va a decir cómo poner en marcha ese impulso biológico. Reich afirma que lo biológico es el hambre de orgasmo, la tendencia y la búsqueda de fusión, de salir de la membrana orgonótica y de la propia piel en la necesidad de expansión del organismo. Lo ejecutor será el abrazo genital (en los adultos), la búsqueda, el encuentro con el otro en determinadas circunstancias, que con una frecuencia mayor de la deseable están mediatizadas por el sistema, de ahí los límites y los conflictos. Todo ello no significa que la insatisfacción sea derivada de lo biológico, sino de lo sociológico.

A partir de este concepto clave Reich se plantea en su obra qué entendemos por sexualidad. La sexualidad sería la percepción en multivariadas formas del instinto y del hambre de satisfacción de dicho instinto. Esa búsqueda expansiva adopta múltiples formas vinculadas a la búsqueda de placer. La sexualidad no necesariamente tiene que ser computada como algo que tiene que ver con lo genital o el contacto corporal con el otro o consigo mismo, sino que bajo esa perspectiva tendrá que ver con cualquier dinámica de placer. Se dice que Freud es pansexualista porque habla de que en todo se percibe el sexo; pero ésto se debe a que él parte de un concepto sublimatorio, afirma que no es necesario regular la sexualidad ya que se sublima. Pero lo que se sublima en éste caso es la pulsión; solamente es instinto aquello que se tiene que regular necesariamente con formas determinadas. Por ello diferenciamos sexualidad de genitalidad y placer sexual de función del orgasmo (Reich,1942).

Así sucede que hemos de buscar mecanismos de adaptación y compensación para despistar y distraer el instinto. Este sentido compensador es neurótico, por ello hablamos de sublimación. Si viviéramos sexualmente la vida, realmente las cosas las haríamos no sublimatoriamente sino básicamente por placer. En el fondo cualquier actividad placentera es una actividad sexual. Por eso Reich, dentro de su obra, habla y expone la compaginación que se da entre el trabajo y la sexualidad. Trabajo no alienado como herramienta expansiva, para lo cual tiene que haber un impulso de dentro hacia afuera (expansivo, parasimpático) y por lo tanto, vinculado al placer. Y también refleja la lógica de nuestros comportamientos neuróticos y d enuestra insatisfacción vital y existencial.No sólo provocada por factores materiales o coyunturales, sino también por la “falta de contacto” con nuestras “corrientes vegetativas”, con nuestra capacidad de goce, con nuestra autorregulación.y esto es general, no vale el tópico yo soy el sano , el “orgástico” , y tú el neurótico desconocedor de ese “santo grial”.En este sistema social todos somos unos improtentes orgásticos , en mayor o menor medida, y nuestra coraza ,entre otras cosas, intenta bloquear las sensaciones angustiosas que van unidas a esta insatisfacción , y que se manifiestan en diversos síntomas psicopatológicos o sicosomáticos cuando nuestras defensas se ven desbordadas por dinámcias estresantes en nuestra vida actual.Esto significa que nuestra forma de vida cotidiana, nuestras costumbres afectivas, amorosas, nuestras dinámicas relacionales, laborales , lúdicas juegan un papel fundamental en nuestra autorregulación o autopoiesis,utilizando el término biológico de Maturana.

A niveles clínicos esto ,junto a otros factores que veremos más adelante, fundamenta el encuadre de la psicoterapia breve caracteroanalítica (P.B.C.) , al trabajar más sobre el “aquí y el ahora”, y ,por supuesto la labor de asistencia preventiva(“Ecología de los sistemas humanos, Serrano, 2002) que permite cambiar los fundamentos históricos causales de esa insatisfacción al modificar las dinámicas relacionales de los ecosistemas humanos( familia, escuela…).

Es por tanto, en 1927, en Viena, cuando W. Reich, joven psiquiatra, psicoanalista didacta del círculo de Freud, plasma los esbozos básicos de su teoría del Orgasmo. Años después escribirá: “No hay duda de que en algunos círculos se hacen grandes esfuerzos para que el análisis del carácter sea «aceptado» sin la Teoría del Orgasmo… Pero cualquiera que haya estudiado a fondo el Análisis del Carácter se habrá dado cuenta del disparate de separar la Teoría del Orgasmo de la función de la formación del carácter humano” (Reich, 1950).

Partir de Reich, es partir de su Teoría del Orgasmo, base teórica de su práctica clínica caracteroanalítica , y que definió como “Economía sexual”, y que con su maduración posterior desembocaría en el paradigma denominado “Funcionalismo Orgonómico”( Reich ,1952).

En el círculo psicoanalítico Reich ya había tenido sus conflictos previos a la edición de este libro; “en 1925 cuando presente mi ponencia «sobre la genitalidad» se creó un tenso silencio en la sala. Se podía estar neurótico y llevar una vida sexual sana: nadie tenía ni idea de la función del orgasmo” (Reich, 1942). El propio S. Freud escribe en 1928 una nota haciendo referencia a dicho libro en una carta a Andreas Salomé: “Tenemos aquí a un Dr. Reich. Un valeroso aunque joven jinete de caballos de batalla que adora el orgasmo genital como contraveneno de la pulsión de muerte”.

Reich, siguiendo por tanto la teoría de la libido de los textos de Freud hasta 1920, parte de la tesis de que “la función sexual es por antonomasia el núcleo de la función vital” (Reich, 1927). Dicha función sexual permite el funcionamiento de lo vivo. Pero hay que tener presente que cuando hablamos de sexualidad nos referimos a la capacidad de placer, de alegría de vivir en todas sus manifestaciones. No hay vida sin sexualidad. Aunque ésta adopta múltiples formas. Desde la limpieza compulsiva del ama de casa que afirma «no sentir nada en la relación sexual con su marido» y no necesitar de «eso», hasta las prácticas masoquistas en su «trascender místico» de una religiosa con la figura de Cristo o los malabarismos de un faquir célibe. Todo ello son manifestaciones sexuales separadas de su función original: la Función del Orgasmo. Es por ello que situamos a la sexualidad como instinto, y a las manifestaciones sexuales como pulsiones. Lo primero es del orden de lo innato-biológico, lo segundo está condicionado por el factor cultural. Y en la sexualidad se dan ambas cosas con mucha más fuerza que en el resto de los instintos, cuya posibilidad de cambiarlos de forma no es posible, sólo cambia el ritual (comer, dormir).

La forma que adopta la sexualidad en cada animal humano va a estar condicionada por el ecosistema, teniendo en cuenta que el primer ecosistema es el útero materno, el segundo la madre, la familia, la educación y escuela. Desde la teoría de sistemas la interrelación de todos estos crea un condicionante fundamental en el subsistema naciente, en el Organismo Intrauterino (O.I.) y futuro recién nacido, condicionándolo ya, desde una perspectiva energética, pues la madre posee un campo energético concreto a la par que la familia tiene un condicionante cultural específico. Toda esa vinculación entre el campo energético concreto o lo que es lo mismo la base biológica y la influencia de la cultura en el psiquismo, determina un carácter y una coraza, lo que significa que de la misma manera que el individuo tiene la posibilidad de desarrollar una homeostasis fisiológica tiene la capacidad de desarrollar una homeostasis psicosocial (adaptación del yo biológico a la realidad circundante). Dicha adaptación no siempre se produce acompañada de las necesidades del instinto. Siguiendo a Reich, afirmamos que el animal humano es aquel que ha perdido su funcionalidad vital, perdiendo asimismo la capacidad de regirse por el instinto, no hemos sabido acoplar la dinámica instintiva con la dinámica social y por lo tanto cortical o racional, a partir de lo cual necesitamos de unos mecanismos de defensa psíquicos y neuromusculares que componen la coraza. Por lo tanto la necesidad de adaptación crea una estructura neuromuscular que tiene una serie de funciones, entre ellas la evitación de la angustia, es decir, la evitación de la sensación de la frustración desde la vida intrauterina y también facilita la creación de una reducción de la percepción en general y consecuentemente una disminución de la capacidad de sentir el mundo y la vida. Tal límite en la capacidad perceptiva que va acompañado siempre de una distonía neurovegetativa, ocasiona unas limitaciones en nuestra capacidad de placer, de sentirlo y vivirlo. La capacidad de expansión se encuentra reducida porque el yo se haya refugiado, “protegido” por la coraza del yo, es decir, por el carácter. Nuestra conducta reflejada, el carácter, es adaptativa pero a la vez limitadora de nuestra potencialidad con un substrato neurofisiológico y neuromuscular que alcanza a constreñir la capacidad de abandono, la capacidad orgástica diferenciando como ya lo hacía Reich orgasmo de acmé. Lo que normalmente entendemos por orgasmo es el acmé, como descarga de un cúmulo de tensión.

Siendo coherentes con el planteamiento anterior evidentemente habrá una limitación en la capacidad de abandono, de expansión, lo que se traduce a niveles neurofisiológicos en una posición de parasimpaticotonía y de aumento del nivel energético; el organismo no puede porque está limitado es ese desarrollo y por lo tanto habrá una limitación a su vez en la regulación energética. Reich va a interesarse en la regulación de la economía sexual que llevamos a cabo los seres humanos, observando que por dicha limitación en la capacidad de abandono o experiencia orgástica -la cual llegó a ser denominada experiencia transpersonal por el propio Reich, pudiendo llegar a conseguirse en esos determinados momentos de brecha de la coraza en los que rompemos nuestro límites entrando en un estado alterado de conciencia- disponemos de una economía sexual perturbada. Esta es la teoría general sobre la que se asienta toda una dinámica de alteración psicopatológica y neurovegetativa. Usando una terminología más concreta se puede afirmar que, la conducta sexual está condicionada por la relación afectiva infantil objetal, por los condicionantes biofísicos maternos y por la base socioeconómica del sistema social. Por lo tanto, la sexualidad instinto, se convierte en pulsión a partir de que -usando la frase de Reich- “venimos al mundo con una cantidad de libido y el sistema se encarga de moldearla” (Reich, 1955). Es decir, existiría un impulso basado en la fuerza del instinto que permitiría el desarrollo y maduración de la función sexual, y junto a ello la maduración equilibrada de las distintas funciones del animal humano y dicho proceso de maduración viene favorecido por la función del Orgasmo.

Orgasmo, palabra maldita, llena de equívocos y de a prioris, de prejuicios y de reactividades, y básica para comprender los procesos vitales. Reich demuestra en 1936, con sus “experiencias bioeléctricas sobre el placer y la angustia” y anteriormente en 1934 sobre las “variaciones electrofisiológicas del orgasmo” que el placer viene acompañado de una mayor carga periférica, mientras que en los procesos de displacer dicha carga disminuye. Así, la misma reacción mecánica fisiológica que facilita el acmé en el hombre o mujer adulta podían estar acompañados de carga periférica o de una disminución de ésta, y este fenómeno coincidía con el grado de neurosis del voluntario. Dicho de otra manera, las manifestaciones sexuales genitales (lubricación vaginal, erección del pene, enrojecimiento de la piel…) se daban por igual entre personas que realmente sentían placer y tenían una capacidad de abandono vegetativo en el momento del acmé, y aquéllas en las que su capacidad de placer y abandono estaba mermada,pero sólo se daba un aumento de potencial bioeléctrico en la piel de aquellas personas que realmente vivián una experiencia que describían como placentera y que tenían una mínima capacidad orgástica.

Su teoría clínica de diferenciar la potencia genital de la potencia orgástica se documentaba, así, objetivamente.Una cosa es la manifestación fisioógica sexual y otrra la capacidad de placer, y si bien funcionalmente van vinculadas , en ocasiones pueden ir separadas manifestándose la falta de regulación y por tanto el mecanismo patógeno.

Esta teoría tiene muchas implicaciones de tipo biofísico, social y clínicos, pero antes de entrar en este último terreno, creo necesario recordar alguna cosa más a este respecto.

En años posteriores, Reich llega a la conclusión que la función del Orgasmo es una fórmula vital que se da en todo lo vivo con formas diferentes (ver “Die Bione” o “La biopatía de cáncer”) y cuyo objetivo es el de regular la economía sexual y por tanto el funcionamiento vital de cada organismo. Si bien la sexualidad toma diferentes formas, no cumple su función sino va acompañada de la periódica experiencia del Orgasmo. Esta fórmula (tensión-carga-descarga-relajación), va unida al concepto de expansión, de “ir-más-allá” y se produce tanto en seres unicelulares (mitosis), como en organismos más complejos, los mamíferos y el animal humano, utilizando medios más especializados como: el sistema neurovegetativo – neurohormonal – septum – encéfalo – formación reticular – sistema gonadal. Se trata de medios usados en el animal humano adulto para cumplir la misma función que la ameba o el cigoto: la expansión. La cual facilita la descarga del excedente energético del organismo, que de no realizarse se acumula en el cuerpo formando un estasis libidinal, núcleo somático actual de la neurosis, que junto con la psiconeurosis forman las llamadas por Reich neurosis caracteriales, es decir, la alteración de la función, tomando una forma compensatoria que mantiene el equilibrio en el desequilibrio, el carácter y la coraza muscular. Factor que rigidiza de manera crónica el potencial yoico, y facilita la adaptación al sistema social.

Asimismo “no hay maduración de las funciones sexuales y del organismo humano en sus múltiples funciones somatopsíquicas, si no existe la respuesta orgástica con sus diversas formas según el momento biológico del organismo, desde el cigoto, con la mitosis; después con el orgasmo oral” (Reich, 1948) por medio de la relación boca del lactante-pezón de la madre y posteriormente con el orgasmo genital, teniendo como medios la fusión y el abrazo genital. Así el orgasmo se manifiesta como una convulsión repetida del organismo en su totalidad.

Esto es válido para todo el reino animal. De este modo, el orgasmo no es un acontecimiento genital local. El aparato genital sólo juega el rol de disparador para la convulsión general total. “La convulsión orgástica es una expresión de carga y descarga protoplasmáticas que es independiente de la existencia de un sistema nervioso formado, si bien éste es su ejecutor” (Reich. 1950).

Reich ,a partir de sus investigaciones clínicas y sexológicas describe lo que sería la curva de excitación sexual (1927, 1945 ) diferenciando “acmé”, de “orgasmo”.

Esta es la primera curva que se realiza a nivel científico sobre las fases del acto sexual y que es aparentemente similar a la que posteriormente expondrán Masters y Johnson en su libro sobre la inadaptación sexual humana. La diferencia entre la curva de Masters y Johnson y la de Reich va a estar en la fase A (zona sombreada) que representa una respuesta corporal involuntaria, y que es lo que se entiende por el orgasmo específicamente. La sexología moderna no diferencia entre acmé y orgasmo, mientras que Reich hace una diferencia clínica entre ambos. El acmé sería el umbral extremo de soportar la excitación en el organismo (cada organismo tiene un umbral máximo para soportar el placer y una vez se llega a él se produce una bajada de la tensión). En este sentido se pueden producir muchos acmés en un corto periodo de tiempo. El orgasmo supone, por otro lado, el elemento de economía energética que permite una descarga igual a la tensión creada. El acmé produce o bien una estasis sexual y una tendencia a la reducción del contacto con el deseo, o bien una constante sensación de carga y una constante necesidad de desarrollar el impulso sexual.

Para Reich, por lo tanto, la diferencia entre la función del orgasmo y el proceso de genitalidad es importante. Porque si bien siempre hay sexualidad lo que no hay siempre es genitalidad y capacidad de desarrollar la función del orgasmo a través de los contactos.

Previamente a esta fase adulta estaría el periodo pregenital en el cual diferenciaríamos la fase oral de la fase genital infantil. La elaboración de las fases se ha ido haciendo dentro del marco post-reichiano. Diferenciamos claramente entre etapa y fase. El concepto de etapa estaría más vinculado al proceso de función y el de fase a las diversas formas que la regulación del instinto retoma de manera ininterrumpida. Así hablaríamos de fase oral y de fase genital infantil, retomando la idea de Reich de que existe una pubertad infantil. En la fase oral distinguiríamos la fase oral primitiva, la fase oral primaria y la fase oral secundaria. Ya S. Freud (1915-17)y K.Abraham (1924)distinguen entre la fase oral de succión, la fase oral canibalística y la etapa anal. Frente a este esquema de fase oral, fase genital infantil y fase genital adulta tenemos el de etapa oral de succión, etapa anal canibalística, etapa anal, la etapa fálica y la genitalidad neurótica. Se trata del esquema de Freud y Abraham sólo que cambiando fase por etapa, ya que como hemos dicho la etapa va vinculada a la pulsión. Dicho de otra manera, condicionada por la cultura y por la disfunción en la regulación del instinto. Etapa significa compensación de la regulación. Fase significa regulación del instinto. Los psicoanalistas hablan de procesos adaptativos y no de procesos de regulación del instinto.

Parto ,pues, de que todo ser vivo, vive, en cuanto circula la energía por su organismo. Y dicha circulación no es un flujo continuado, sino pulsátil, en base al mecanismo de contracción-expansión, Reich denominó Orgón a la energía vital, corriente orgonótica a la circulación energética pulsátil; y a los momentos de máxima expansión, con participación de todo el organismo al ser un movimiento protoplasmático lo denominó reflejo del orgasmo. Cuando un ser vivo, desde la ameba hasta el animal humano, está maduro, dicho reflejo se producirá en los momentos de división (en los seres unicelulares), y en el abandono durante la fusión o abrazo genital -orgasmo– en los animales superiores.

Será pues, el reflejo del orgasmo y el orgasmo la función vital por la cual el organismo se autorregula y puede desarrollarse y vivir a un nivel de su máxima potencialidad. Es por este motivo que la Sexualidad está en base del funcionamiento vital.

En el animal humano, desde la primera célula propia, denominada cigoto, la circulación energética pulsátil va a existir, y por tanto comienza a existir un nuevo organismo vivo. La rápida división celular, la unificación de las mismas desarrollando la forma del órgano y su función, en pocas palabras, la evolución del embrión y del feto –que es algo tan grandioso– está basado en el potencial energético que se está produciendo constantemente por la energía de la madre-útero –a través del cordón umbilical y de la absorción del campo energético de la madre–, y la propia y –cada vez más fuerte– corriente energética de ese pequeño ser. Fruto de dicho potencial es la expansión energética en forma de crecimiento y de la labor formativa.

La energía vital tiene como función primera, la formativa. Y dentro de esa formación de la estructura corporal (tomando este concepto como un todo unitario) hay un primer tiempo en que se forman las funciones básicas, vitales del nuevo ser (forma corporal, movimiento, órganos, crecimiento, capacidad de nutrirse), y posteriormente, este desarrollo se centrará más en las funciones concretas. Es el desarrollo de estas funciones concretas lo que va posibilitando la estructuración energética corporal, es decir, la existencia de un ser vivo con la forma y las características de la especie humana.

Observamos que las funciones concretas se van desarrollando desde la cabeza a los pies, desde la extremidad cefálica a la cola, de arriba a abajo. Así el feto ya empieza a oír, a tener sensibilidad en los labios y a succionar el dedo. El recién nacido ve, huele, siente placer en los labios y lengua. Posteriormente la exploración será una función básica, el niño se recrea con el sonido faríngeo; poco a poco el cuello va manteniendo la cabeza, los brazos comienzan a dirigirse hacia sitios concretos, coge los objetos, se va regulando la respiración, van madurando los órganos digestivos y en general todos los órganos internos, posteriormente podrá gatear y habrá una fuerte relación entre las manos, la boca y el mundo exterior; empieza a dar los primeros pasos cogido de la mano, y esto viene acompañado de sensaciones agradables en los genitales y por la exploración de los mismos. Para continuar de los 12 a los 24 meses a desarrollarse aquellas funciones más especializadas en el animal humano, la conciencia de existir como ser autónomo, la razón, la palabra y el lenguaje.

Pero esto sólo se hará cuando ya haya una estructuración energética corporal global, que le permite al niño tener una percepción de sí, y tener una función y un significado (en palabras de Reich). Todo este período vendrá acompañado de un seguir explorando sus órganos genitales, de un deseo de contacto con los padres, y posteriormente con los demás niños, hasta llegar a la masturbación y a los juegos sexuales infantiles, al existir entonces una corriente energética corporal fuerte y estructurada que permite que las ondas de excitación orgonómica lleven ya la dirección madura de la pelvis a la cabeza y viceversa.

Describiéndolo con otras palabras, lo que permite una natural y positiva estructuración energética corporal, con un desarrollo de las funciones vitales y especializadas; con todas sus posibilidades y con un ritmo propio, es la existencia de una buena pulsación protoplasmática que existe cuando se desarrolla de forma positiva la fase sexual oral.

Consiero que las fases sexuales no son consecuencia de una evolución del individuo, sino que el desarrollo de la fase sexual oral es lo que posibilita un desarrollo evolutivo sin problemas y positivo. Puesto que en el principio estaba la corriente energética (reflejo del orgasmo) que se va a producir en cada momento y como corresponda a dicho momento (en el feto, en el crecimiento pulsativo), en el recién nacido, el neonato y el infante con el potencial orgonómico que se produce entre dos organismos cargados (la madre-pezón y el niño–labios). Así la lactancia realizada de una forma amorosa, se convierte –como tantos autores han observado (Ribble,1954; Montagu 1971;Tallaferro,1976;…)– en el medio de contacto y por lo tanto de autorregulación energética del niño (e incluso de la propia madre). Cuando el niño ha conseguido la maduración de su cuerpo en base a esa estructuración integrada que mencionaba, se vive como un ser independiente de la madre-teta, y empieza, progresivamente, a ir dejando de reclamarla. Pero esto ocurre porque el cuerpo va alcanzando la capacidad de autorregularse ya genitalmente, en cuanto que existe un flujo energético completo y una capacidad de descarga por la cola, por la pelvis (masturbación, juegos sexuales…).

Este proceso de la oralidad a la genitalidad es el que desarrollan todos los animales superiores, y sin pasar por el primero no se alcanza nunca el segundo, desarrollándose en su lugar las conocidas por todos como etapas sexuales (oral preambivalente; oral ambivalente, sádica, anal; fálica-edípica).

Cuando se alcanza esa Genitalidad, la maduración del individuo se ve interaccionada por el aprendizaje del exterior y por el mundo, pero existe una capacidad de autorregulación, esto es un equilibrio en sus funciones vitales, y en S.N.V. que le permite desarrollarse armónicamente, siendo capaz de VIVIR la vida, y de sentir placer (contando con las limitaciones ambientales, y sociales, que evitarían en todo momento el que esto se alcance de forma total).

Esta rápida descripción , nos detalla –en clave energética– la relación entre los medios que el organismo utiliza para desarrollar la función del orgasmo en cada momento (carga-tensión-descarga-relajación), y como esto permite que la pulsación protoplasmática exista, repercutiendo en un equilibrio en el S.N.V. que permite la formación de la estructura corporal y la maduración y creación de sus funciones especializadas, poniéndose las bases de salud en el sentido pleno del término de ese individuo.

Realizando un breve recorrido dentro de este proceso de fases hablaríamos en primer lugar de la fase oral primitiva1 que se desarrolla en la vida intrauterina. La relación es totalmente vincular. Hay un secuestro energético a través de la gran boca diafragmática. Es el proceso de crecimiento espectacular en base a la dinámica de pulsación del biosistema. La función que cumple la energía sexual en esta fase es una función formativa.

La fase oral primaria se desarrollaría prácticamente hasta el primer año y que es lo que correspondería a la etapa oral de succión y oral canibalista. Aquí la función del orgasmo se vive en la conjunción boca-pezón. De hecho Reich habla de la existencia de orgasmos orales. Baker, en uno de sus artículos sobre prevención, habla de “ataques epilépticos”, de manifestaciones espasmódicas que corresponden al proceso tensión-carga-descarga-relajación orgástico.

La fase oral secundaria es un proceso de separación progresiva de la madre. Es una situación energética más general, más epidérmica.

La fase genital infantil es lo que se conoce como la etapa fálica, con la diferencia de que en éste desarrollo autorregulado no existe etapa anal. La etapa anal es una consecuencia de una oralidad insatisfecha. Ésta da lugar a desplazamiento de la libido a la zona pélvica posterior, asociada a la retención de los impulsos. Todo esto sería consecuencia de una frustración de la fase oral acompañado de una carga de rabia que conlleva el paso a la etapa anal , perdiéndose así el proceso de fases.

Existe una resistencia generalizada a pensar que un niño de 4 ó 5 años pueda tener comportamientos sexuales como un adulto, y que existan dinámicas de acercamiento corporal con una fuerte excitación cuando se producen contactos genitales directos, e incluso pueda haber procesos de enamoramiento en los que, por ejemplo, un niño se enamora de una niña. Todo esto es importantísimo a la hora de que la fijación edípica (etapa fálica freudiana) no tenga lugar.

La posibilidad de no quedarse fijado en el edipo no pasa necesariamente por simbolizar el padre en el deseo de tener un hijo, y por lo tanto apoyar la maternidad por ese motivo, sino por tener objetos sexuales reales entre iguales que permiten la autorregulación. Así, se evita la carga existente hacia los padres en la etapa fálica y en todo caso lo que se da es un edipo positivo referencial(1994,c), el cual hace las veces de puente, o pasaje en el que la figura del progenitor del sexo contrario toma un papel referencial. El niño/a se siente protagonista de la historia desde el principio porque así se la ha permitido desde la fase oral.

Esto permite que no exista ningún tipo de fijación edípica, que tiene lugar cuando la familia es cerrada dentro de la cual es necesario el tabú del incesto y la ley del padre. La carga sexual existe y la familia cerrada es, en este sentido, una cárcel. Por ejemplo, una persona que mantenga relaciones homosexuales en prisión no puede ser considerada como homosexual, ya que la carga sexual se adapta a una de las pocas salidas que le quedan. Al igual que un pastor que mantenga relaciones zoofílicas. Una vez más lo que observamos es la tremenda fuerza del impulso y la necesidad de regularse. Según lo que se le permite busca diversas formas. Los procesos psíquicos, es decir, los procesos simbólicos, el subterfugio del inconsciente es una forma más de regulación secundaria del instinto. Así Reich habla de los impulsos primarios y de los impulsos secundarios.

La represión de estas manifestaciones que el individuo normal ve con espanto porque entra en contacto con sus propios anhelos reprimidos lleva a que la posibilidad de contacto en el adulto a su vez se vea insatisfecha.

La sexualidad del adulto pasa, antes de nada, por el concepto de contacto siendo este un concepto que a su vez está distorsionado. Si hubiera una capacidad de contacto y una capacidad de entrar en conexión con el otro a través del erotismo habría una empatía por medio del campo energético rompiendo la influencia tan bárbara que tienen, a la hora de vivir la sexualidad, los modelos estándar de belleza que están condicionados por el proceso económico. Nosotros, a priori, nos estamos dejando condicionar por esos modelos interiorizados y cuando los estímulos no responden a dichos modelos tendemos a no mirarlos debido a que hay una selección prefijada. Uno ve y mira condicionado por ese a priori. Lo contrario supondría la existencia de una empatía a nivel de campos energéticos. El permitir este tipo de contacto es lo que nos permite ser libres. El erotismo está claramente modelado, condicionado por modelos culturales. El encuentro entre dos personas es el fondo una fusión energética. Esto nos lleva al discurso energético, al tema del aura como campo energético real que tanto con la cámara Kirlian como mediante métodos biotónicos se pueden distinguir. El campo energético está alterado por regla general. Las personas con mayor atractivo sexual suelen ser aquellas cuyo campo energético tiene una dinámica de expansión, de hipercarga. Otra cosa es que esa hipercarga no sea consciente, es decir, esté fijada y entonces se vuelva contra el mismo organismo (caso de personalidad histérica que está haciendo una llamada sexual constante que es incapaz de gestionar).

Es Van Gogh quién en ésta cultura, desde mi punto de vista, refleja mejor estos procesos energéticos de excitación y cómo percibe la persona estos procesos. Van Gogh, en las “Cartas a Teo” escribe frases preciosas en las que describe cómo percibe los fenómenos cósmicos (como estructura psicótica que era y por lo tanto con mayor capacidad de contacto con lo cósmico) en esos momentos muy vinculados a los procesos expansivos y de placer que vive con una noche estrellada o con el trigo recién sembrado. Son unas palabras preciosas que nos indican una capacidad de abandono a procesos energéticos esenciales.

Existen personas que tienen una incapacidad real de acceder a la relación sexual porque se inhiben, al percibir su cuerpo en desacuerdo con los moldes sociales de la belleza. Esto hace que el desarrollo de la imagen corporal, y por lo tanto, la autopercepción se produzca de una forma denigrante y autoagresiva. La persona se autoagrede porque se vive en desacuerdo con su cuerpo. Esta falta de aceptación del propio cuerpo se ve muchísimo en los trabajos corporales. Se confunde la posibilidad de vivir el placer con la posibilidad de ser como los cánones de belleza en boga.

Reich sugiere el acceso a esa alquimia del amor, a esa esencia de la vida (Reich, 1951,a), piedra filosofal que nos pone en contacto con lo cósmico, lo divino. Es la única persona que lo plantea a través de la sexualidad. Eso aparentemente nos aproxima a la visión del tantra oriental. Reich, introduce el concepto de espiritualidad a través de la genitalidad. Este es un aspecto muy poco conocido de su obra. Sus últimos libros tienen que ver con una elaboración espiritual de los procesos humanos. Y de hecho llega a comparar la experiencia del orgasmo a través del “abrazo genital” como una experiencia espiritual( en el sentido laico del término) ,en cuanto nuestra expansión energética traspasa las barreras de nuesro cuerpo e invaden por unos segundos el cosmos”(1951,a,1953).

CONDUCTA SEXUAL Y ESTRUCTURA DE CARÁCTER

Hemos ido viendo que la búsqueda del orgasmo responde a una necesidad biofísica y bioenergética y no es -ni mucho menos- algo estrictamente ligado a la experiencia descrita en los manuales de sexología considerada para nosotros como el acmé en la relación sexual adulta.

Para Reich no existen diferencias entre la capacidad orgástica del hombre y la mujer, además, ambos pueden ser activos durante toda la relación sexual. Incluso durante la fusión pene-vagina en el “abrazo genital” (Reich, 1954) la vagina también puede “succionar” el pene, reteniéndolo sintiendo el goce de su órgano y el hombre, a su vez, vivir el goce de la actividad vaginal de la mujer. Esto ocurrirá si hay sensación de órgano, si se tiene una capacidad plena de placer corporal y de abandono vegetativo, si se está descondicionado de los múltiples perjuicios sociales referentes a la relación sexual, etc.

Son varios los factores que limitan esta experiencia orgástica en el animal humano. Es por ello que hablamos de la impotencia orgástica, o disfunción del orgasmo, como la causante de las actitudes y comportamientos sexuales descritos en los manuales de sexología, a saber:

a) Comportamientos sexuales aprendidos (técnicas sexuales).

b) Comportamientos vinculadas a la estructura de carácter (Reich, 1933) individual (comportamiento fálico de penetración genital, actitud sado-masoquista de pasividad vaginal con el “no siento”, “teatro del goce del sexo”, potencia genital y multiorgasmos, fijaciones psíquicas vinculadas a objetos parciales que facilitan el placer; fetichismo, violación, …).

c) Los momentos en que, queriendo desarrollar una función mecánica (acción de los genitales, percepción de placer corporal), esto no se produce (alteraciones denominadas disfunciones sexuales: impotencia erectiva, anorgasmia…).

Todas ellas son consecuencia de la disfunción del orgasmo, es decir de la imposibilidad de vivir la expansión protoplasmática y bioenergética del organismo que provoca el estasis sexual y mantiene el carácter y la coraza muscular (Reich 1933). Es por esto que en un artículo (Serrano, 1983) afirmaba que quién habla de que en esta sociedad se puede alcanzar el Orgasmo, es como el que “ideológicamente” y por tanto mistificando afirma que es posible ser “libre” o “amar”. Ya que en un sistema social, donde por medio de la cédula familiar patriarcal, de la escuela, de los medios de comunicación… se ignora y se anulan manifestaciones de la sana y necesaria sexualidad natural del niño en su desarrollo básico vital infantil (Serrano, Pinuaga, Navarro, 1988) facilitando el sometimiento, la falta de autonomía y la resignación, no se puede esperar que el biosistema del adulto presente una plena capacidad de placer, ni de goce, ni de orgasmar, ni de libertad, ni de salud, ni de amar. Y sí se produce lo que Reich definió como los valores y actuaciones secundarias. El seudo-contacto.

Por ello, si bien el concepto de orgasmo está en toda la obra de Reich, si bien se habla de genitalidad, como del estado emocional y psíquico suficientemente maduro como para que pueda darse esa potencia orgástica, no hacemos una apología del orgasmo, ni de que sólo se puede vivir el placer y la relación sexual si hay penetración. No recreamos el dominio del falo sobre la mujer y tantas y tantas sandeces que leo y oigo de vez en cuando de personas desconocedoras de este discurso y por tanto con una crítica destructiva. Antes bien, soy de la opinión de que el objetivo de una relación sexual no debe ser nunca buscar el orgasmo de uno u otro, sino el contacto corporal, el placer, la comunicación afectiva, el disfrutar del otro y con el otro.

El carácter genital, recuperar la potencia orgástica, son objetivos clínicos cotidianos que vemos cumplirse tanto en las personas que finalizan positivamente la Vegetoterapia caracteroanalítica, como en los niños que viven en unas condiciones facilitadoras del desarrollo de sus funciones naturales (Pinuaga, 1988), pero que no es lo corriente ni lo general. Por ello, para nosotros, cada uno tiene su sexualidad, la cual adopta una conducta, una forma determinada en base a:

– Elemento actual (influencias ambientales y personales).

– La estructura del carácter de sujeto.

– Los elementos históricos que confirman la existencia de determinados bloqueos musculares y de su carácter.

Según estos tres factores, cada cual tendrá una capacidad de placer determinada y una forma de desarrollarlo, y dentro de la cual se encuentra la relación sexual, que también adoptará la forma vinculada a las variables antes manifiestas. Así, una mujer con una base oral importante y una cobertura narcisista, seguramente preferirá las relaciones lésbicas porque con ellas obtiene más placer, dado que sus condiciones históricas le llevan a sentir placer de esa manera, por su carencia materna, su rechazo al padre… De la misma manera un hombre con cobertura fálico-narcisista vivirá el placer en la conquista de la mujer, mujeres siempre inferiores a él y con la conquista, confirma esa superioridad. Huirá de la mujer que quiere hacerle disfrutar a él. Y por supuesto que habrá placer, pero estaraá condicionado. Al ser consecuencia del carácter y por tanto de la disfunción orgástica desde la vida intrauterina (estrés materno, parto traumático, oralidad insatisfecha o carencial, castración paterna…) e influido por los factores actuales de confusión sexual, de falta de información es un placer secundario, que no nos permite desarrollar la función básica de la sexualidad: el mantenimiento de un sistema de homeostasis y de autorregulación bioenergética capaz de permitir al organismo su potencialidad yoica y su salud. Recordemos la conexión entre esta Disfunción orgástica y gran parte de trastornos “psicosomáticos y biopáticos” (Reich, 1948, Navarro, 1987).

Con este discurso, basado en la práctica clínica y preventiva infantil no hacemos valoraciones de lo que es mejor o peor, no creamos un modelo de conducta sexual sino que situamos la conducta en la relación sexual en unas coordenadas clínicas que nos hacen comprensible su funcionalidad. Este posicionamiento influye determinantemente en nuestra actuación clínica, en nuestra visión de las “disfunciones” sexuales, de la sexualidad, la sexología y en la práctica terapéutica de esas disfunciones. Ya que la genitalidad, el orgasmo, no “se consigue”, no “se alcanza”, volitivamente o con técnicas mecanicistas, es una capacidad que todo organismo tiene pero está limitada. Así, o se da o no se da. Lo que siempre existirá es la sexualidad, y, por supuesto que todo lo que permita el goce, sin dañar al otro es positivo y favorecedor. Pero situemos las cosas con una lógica unitaria y veamos que ese goce, esa capacidad de placer, esa forma de sentirse en la relación sexual y en la vida, en general, está limitada y condicionada por el carácter y por nuestra coraza muscular, en definitiva por nuestra impotencia orgástica. Es un elemento más que favorece nuestra ya honda herida narcisista pero a su vez nos permite situar de manera más realista nuestras capacidades y nuestra actuación cotidiana y sexual.

LAS DISFUNCIONES SEXUALES EN LAS ESTRUCTURAS DE CARÁCTER

Las llamadas disfunciones sexuales entran para nosotros en los trastornos clínicos producidos por la disfunción orgástica En estos casos el sujeto toma conciencia de su disfunción específicamente genital, en cuanto exigencia del otro y por tanto, como mecanismo narcisista nuevamente, o por imposibilidad de compensar esa disfunción genital con otras actuaciones sociales sublimadoras de la sexualidad (trabajo compulsivo, misticismo, altruismo extremo… ). Ahora bien, ni siquiera significa que desde un punto de vista bioenergético y biológico tenga mayor capacidad de placer una persona sin problemas de erección, y otro que sí los tenga. Simplemente, en este último, por presiones actuales o factores vinculados a su carácter y coraza, la disfunción orgástica ha tomado forma en una disfunción de la mecánica genital. Cuántas mujeres viven placer en el contacto epidérmico y en los juegos pregenitales, pero son incapaces de alcanzar el acmé (anorgásticas). Y, sin embargo, su placer será mayor que en muchas mujeres donde no hay “problemas sexuales”, porque alcanzan muchos “acmés”, pero que su percepción epidérmica es menor, su goce en el sexo también… Pero esta última está “normalizada”, responde a unos parámetros mecanicistas que el sistema social, y por tanto el hombre y ella misma exigen. O el homosexual latente que vive más placer en su relación con el hombre, pero mantiene sus relaciones con una mujer para crear fachada, siendo supuestamente heterosexual. Su placer y su goce será menor que el hombre que, haciendo uso de su pulsión vive su homosexualidad sin prejuicios (Serrano, 1986).

Por todo ello, considero el tema mucho más complejo, no pudiéndose reducir al intento de “normalizar” al sujeto en unos parámetros comportamentales que supuestamente le alivian de su angustia de ser diferente, pero que facilitan el juego de lo imaginario y mantienen la confusión de los procesos vitales-sexuales, permitiendo así, en el fondo, el mantenimiento del sistema social, pues se crean unos “paraísos artificiales”, donde todo es posible, sin coger lo esencial, ni alcanzar lo real.

Continuando el discurso específicamente sexológico (siendo didácticos) de W.Reich,- que se refleja de forma magistral y vanguardista en su segundo libro : “Sobre la Genitalidad.La función del Orgasmo”2 y donde intenta vincular los síntomas sexopatológicos con el carácter-,afirmaré que , un mismo síntoma o disfunción sexual en según que estructura de carácter tiene una lógica y un significado diferente. (Serrano, 1987).

Para ello hemos investigado con el Diagnóstico Estructural (DIDE) , que analizaremos en el próximo capítulo- para , desde el conocimiento de las diferentes estructuras de carácter, acercarnos a comprender de una forma funcional la lógica de la conducta sexual de cada uno. Partiendo de la ley básica de que no vivimos la sexualidad que queremos, sino que desarrollamos aquella conducta sexual que podemos, que nuestra coraza nos permite aunque pensaremos por la capacidad homeostática que caracteriza a la coraza que lo que hacemos es lo queremos para no desequilibrar nuestra neurosis caracterial. Esta estrategia supone una clara trampa ya que la mayor parte de la veces nuestra potencialidad para el placer, nuestra capacidad de desarrollo sexual va mucho más allá de lo que cotidianamente hacemos, constituye un mito y por lo tanto una falacia el hablar de una sexología científica vinculada a la descripción de la norma estadística, ya que dicha estadísticas se encuentra mediatizada por la coraza y por el sistema social y no se refiere a lo que podría ser la sexología humana, sino de lo que se observa en determinados grupos sociales en los que se lleva a cabo el análisis estadístico. Este modo de proceder facilita la creación de condicionantes psicológicos perturbantes cuando se afirma, por ejemplo, que la mujer tiene una sexualidad fundamentalmente clitoridiana, no teniendo la vagina ningún papel en la dinámica de placer. La mujer que vive el placer con el coito y con la vagina se la tacha de neurótica, perturbada o enferma que no ha descubierto la sexualidad… No hemos de sesgar apuntando a un solo modelo de tendencia porque la potencialidad está por desarrollar, no tenemos la posibilidad de llegar al máximo de nuestra posibilidad, lo que supondría disfrutar con el cuerpo y alma. En en momento del abrazo genital es cuando se pierden las fronteras entre los géneros siendo el momento energético por antonomasia.

En la Estructura de Carácter Adaptativa o Neurótica (Serrano, 1987-88), con rasgos estructurados y donde su referencia conflictual básica se ha generado en la relación edípica estando condicionada por el factor actual (relaciones de pareja ,situación laboral..) encontramos en general, roles sexuales bastante desarrollados según la norma social (masculino-femenino). Se busca en la relación sexual con el otro la satisfacción de lo insatisfecho (relación incestuosa), con la consiguiente dependencia del objeto sexual, bajo la forma de “yo le doy placer al otro” (marcado componente narcisista), o “el otro es para mí” (posición dominante). Específicamente, en la estructura neurótica histérica con base oral, -más frecuente en mujeres-, suele haber anorgasmia, aunque la mayoría de las veces no es manifiesta, o incluso no es consciente del hecho por el «teatro» caracterial. Con frecuencia se pueden confundir las ondas de excitación con acmés u orgasmos (multiorgasmos). Por la congestión pelviana, fruto de la tensión de los segmentos diafragmático y pélvico, hay frecuentes infecciones vaginales sin motivo aparente, cistitis, dispareunias o dolores coitales, etc. (Navarro, 87). En el fálico narcisista -suele ser más frecuente en hombres por el condicionante cultural- hay una clara potencia erectiva, aunque con impotencia orgástica y poca percepción placentera en los órganos genitales y en general en todo su cuerpo. Es el modelo de “virilidad potente”. Existe una tendencia sádica latente contra la mujer, nunca manifiesta y mantenida por una fuerte tensión anal que suele producir hemorroides o fisuras anales. A lo largo de la Vegetoterapia aparece claramente en estos casos su deseo de destruir a la mujer, acompañado del miedo a la castración. Lógicamente esta rabia nunca se manifiesta directamente, sino todo lo contrario, es seductor y agrada a las mujeres. Es en esa conquista como desarrolla caracterialmente su situación sadomasoquista-narcisista. Se observan episodios puntuales de eyaculación precoz, debido a la hipercarga continuada de la pelvis. Coexisten a su vez rasgos compulsivos, siendo en el carácter histérico de matiz más obsesivo. Los caracteres masoquistas compulsivos suelen enmarcarse en la estructura fronteriza en muchas ocasiones, en base a las fijaciones pre-genitales. En estos caracteres, debido a la fuerte contención producida por el bloqueo cérvico-torácico, hay una actuación sexual estereotipada, con una descarga motriz mínima, por lo que se recrea más en la experiencia pregenital. Aparecen episodios de impotencia erectiva y de supuesta “frigidez”, pero bajo la perspectiva de hacerse la víctima a manera de “no me vas a dar placer por mucho que hagas” (actuación sadomasoquista con base oral).

En la Estructura nuclear o límite (cobertura caracterial , pero con un núcleo psicótico o depresivo latente ) las disfunciones sexuales son más patentes, pero preocupan menos que a los caracteres neuróticos. Así, con la cobertura histérica, pero con un núcleo psicótico, en la mujer hay constantes situaciones de anestesia vaginal y frigidez, pues ha habido una imposibilidad material de acceder al conflicto edípico con una carga libidinal. Más bien le ha servido como compensador de la ambivalencia oral. Por tanto, aunque haya relación con el hombre, se busca a la mujer. Cuando hay cobertura narcisista se suele dar una inclinación lésbica y desarrollar una justificación ideológica de corte feminista para justificar sus tendencias (la autonomía del pene, placer clitoridiano…).

En el caso de la cobertura masoquista suelen existir inclinaciones homosexuales, adoptando posiciones pasivas. Así como impotencia en el hombre y frigidez y vaginismo en la mujer. Son casos para trabajar más en profundidad, pues el problema siempre estará vinculado a la fase oral, es decir, a la relación con el objeto materno, y por tanto a un período, en ocasiones, pre-verbal. Por ello, el trabajo neurovegetativo en el marco terapéutico reichiano es fundamental, sobre todo al ir elaborando la movilización de los tres primeros segmentos de la coraza muscular (Reich, 1934). El bloqueo de estos primeros segmentos está impidiendo la capacidad de erogenización corporal, por tanto son inútiles todas las técnicas mecánicas de sensibilización corporal, masaje sensitivo. Cosa que no ocurre con la estructura neurótica.

Son estas leyes clínicas a la luz de la vegetoterapia caracteroanalítica las que posibilitan tener un mayor conocimiento de la dinámica clínica a seguir por el psicoterapeuta,siempre teniendo en cuenta la posibilidad de combinar el proceso de la psicoterapia con la ayuda farmacológica en momentos y casos determinados.

En la Estructura mimética o Psicótica al no haber un carácter estructurado, la situación actual es la base referencial del sujeto, existiendo situaciones muy variables, desde la satiriasis a la falta de deseo permanente. Siendo muy importante para estas personas la existencia de una vinculación de tipo primitiva (“uterina”), que les permite una compensación de la falta de relación objetal infantil, a la vez que mantiene en muchos casos la crisis psicótica. El bloqueo del primer segmento y de los telerreceptores impide la percepción de placer, pero al mismo tiempo y como consecuencia de esto, pueden tener experiencias sexuales apoteósicas en determinados momentos, fruto de la alteración de la melatonina segregada por la glándula pineal. También se busca la relación sexual, e incluso la propiamente genital con cierta compulsividad porque suplen la relación pene-vagina con la relación carencial boca-pezón de la madre e incluso -siguiendo la tesis de Ferenczi- la búsqueda de una cierta vuelta al útero materno. Vemos en estos casos episodios de satiriasis y ninfomanía, pero con una lógica totalmente diferente a ciertas estructuras histéricas o fálico-narcisistas. En la estructura psicótica la actuación genital es un medio suplantador de una acción con base netamente primitiva, de búsqueda de maternage, bien sea con objeto heterosexual u homosexual. También podemos encontrar extremos de patologías sexuales criminales (violaciones, asesinatos sexuales, etc.) debido a dicho bloqueo ocular, que le lleva a perder el contacto. La disfunción sexual en estas estructuras debe enmarcarse necesariamente dentro de una terapéutica profunda y delicada que olvide el objetivo de “normalizar” el síntoma. Creando un vínculo con el terapeuta que permita desarrollar el maternage en un nuevo espacio.

Durante el proceso clínico con la vegetoterapia caracteroanalítica, se va cambiando la calidad de la sexualidad, de la relación sexual y de la capacidad de placer. Y como consecuencia la forma y la cantidad. Lo fundamental es cómo el sujeto va viviendo un proceso en el que reconoce progresivamente su potencialidad de placer, su alegría de vivir y cómo su carácter le ha impedido y le impide actuar funcionalmente y desarrolla mecanismos y formas de relación que en el fondo le son perjudiciales al ir contra su propio ritmo biológico. A partir de ahí, las llamadas disfunciones sexuales desaparecen, pues están fuera de esa lógica. Ya no hay que buscar modelos de actuación sexual, se vive la propia sexualidad y se siente la capacidad para buscar los medios que permitan su desarrollo. Se vive la capacidad orgástica y cuando se siente la necesidad, se buscan los medios que permitan desarrollarlo.

Por ello, en nuestro trabajo estamos haciendo sexología clínica desde una óptica multifuncional ,aunque no nos definamos sexólogos,porque pensamos que nuestra identidad como Orgonterapeutas incluye ese abordaje global de la problemática de la sexualidad humana desde una perspectiva holística .

LA SEXUALIDAD EN EL ESPACIO TERAPÉUTICO

Cuando Reich empezó a desarrollar la vegetoterapia, trabajaba con el cuerpo y fue acusado en alguna ocasión de masturbador. Se trataba un momento en el que el contacto con lo corporal era algo desconocido; fue un gran riesgo. Pero el fantasma de la masturbación no ha desaparecido, el fantasma del deseo y del incesto en las relaciones analíticas no puede desaparecer nunca. En la psicoterapia verbal, lo más que puede hacer el/la paciente es llegar a decir palabras obscenas o narrar episodios de amor; pero, sin contacto corporal. Al trabajar con el cuerpo -junto al fenómeno transferencial- y por el propio método de trabajo, esos fantasmas se amplían. Así pues, es normal, incluso en una psicoterapia verbal, que exista el deseo de tener relaciones con el terapeuta o que incluso se sienta que es su terapeuta quién quiere tener relaciones sexuales con él o ella. Al entrar el factor corporal, éste puede dar mucho más pie a ese fenómeno de proyecciones. Por ejemplo, si el terapeuta toca con un masaje al paciente, éste puede sentir que es tocados de una determinada manera y ¿quién puede decir que el terapeuta no lo ha tocado como el paciente afirma que lo ha hecho?).

Hay dos puntos fundamentales que en la psicoterapia (respecto a la relación terapéutica) deben estar claros. En primer lugar, saber situar, en el paciente y con el paciente, todo lo que es del orden de la transferencia -incluido el tema del deseo encubierto-. Por otro lado no pensar que el terapeuta siempre tiene razón. Los reichianos sabemos que existe la transferencia negativa latente y también que existe la contratransferencia negativa y lo que siente el paciente puede tener una base real actual. Evidentemente, dependerá del «cómo lo diga», «de la fuerza con que diga ciertas cosas», «de la obsesividad de ciertas cosas» para hacernos ver que seguramente es algo que corresponde solamente al paciente o que posiblemente sea tal y como lo dice. En el terreno de lo sexual-genital, es cierto que el terapeuta, si no lleva una vida mínimamente sana que lo regule, corre el riesgo de mandar mensajes inconscientes, energéticos, por medio de la contratransferencia neurótica que pueden provocar un aumento de excitación sexual en su paciente en este caso, igual que un aumento de rabia o aumento de tristeza en otros. Es decir, las emociones del terapeuta pueden influir en la forma de sentir del paciente. Por ello, la deontología y la técnica analítica se vinculan. La deontología, la ética, lo único que aborda y exige son unas leyes básicas, que un profesional acepta, y que son entre ellas: respetar la dinámica del paciente, no provocar ni forzar en el terreno sexual ni en el terreno agresivo o en cualquier otro afecto, respetar su intimidad, no abordar al paciente a nivel sexual-genital, y no ejercer el poder por medio de fenómenos de seducción.

Hay terapeutas que defienden conscientemente que en determinados momentos es necesario e importante satisfacer las demandas sexuales del paciente, como forma de superar el edipo, pues, «qué mejor que tener un padre sexual». No estoy de acuerdo, pero reconozco que no lo ocultan. A su vez existen otros terapeutas que conscientemente no quieren eso, pero contra-transferencialmente, en ocasiones, pueden estar viviendo deseo sexual al igual que tristeza o rabia; se ven sumergidos, «secuestrados», por el paciente, perdiendo su función. Conscientes de que esto puede sucedernos a todos, debemos estar atentos a ciertas señales que puede vivir el paciente para poder verlas como influencia directa nuestra. En realidad, el orgonterapeuta comparte, vive, percibe, siente las emociones (del paciente), pero como sus emociones. Se torna. por lo tanto muy importante el que los terapeutas sepamos gestionar los propios afectos, para crear las menos interferencias posibles. Pero, también es cierto que desde el momento que hablamos de que se hace el trabajo con placer, esto implica una sexualidad. No tenemos por qué negar que la relación paciente-terapeuta puede ser una relación sexual (en el sentido reichiano del término) pues cuando el terapeuta vive el trabajo con placer, se observa que hay una relación distendida (de placer). Pero una cosa es lo sexual y otra lo genital. Es justo esa barrera la que hay que tener muy clara. Por ello, la necesidad de tener siempre presente la contratransferencia y para eso estar en revisión continua, con supervisión, seminarios de casos y terapia «ad vitam», para poder distinguir lo más posible si en un momento determinado, una dinámica concreta con un paciente responde a un fenómeno contratransferencial. Y eso, a veces, no lo ve uno mismo. Son mínimos que realmente se deben de exigir al terapeuta, al profesional de la sexología para poder situar lo que es del orden del paciente y del orden del terapeuta. A sabiendas también, que podemos ser objeto de ataque social, de peste emocional grupal a través de la difamación sexual.

Termino recordando que ya Reich mencionaba en una de sus obras que puede ocurrir dentro de la dinámica humana del terapeuta, que se dé en dicho proceso de interacción, una atracción energética sexual y pueda sentirse atraído «genitalmente» por un paciente. Si esta atracción «genital» llega a darse, lo que debemos tener claro es que lo que ocurre no puede seguir dándose en el diván, sino en otro espacio y modificando la relación terapéutica. La posibilidad de que el terapeuta se enamore de un paciente y sienta que toma fuerza y no desaparece -con el consiguiente impedimento para trabajar pues perturba se está perturbando su economía energética- se debe verbalizar con ese paciente. Después, lo aconsejable es dejar un tiempo de distancia y poder seguir la relación de otra manera, fuera del espacio terapéutico, si el deseo es mutuo. Si el deseo es sólo del terapeuta, el paciente tendrá que seguir con otro profesional su proceso terapéutico, elaborándose adecuadamente la derivación.

En nuestro trabajo clínico, entraremos en contacto con personas con una estructura de carácter concreta y con una forma de percibir y de vivir su sexualidad en base a lo que su carácter le permite, y por tanto con pulsiones sexuales, perversiones más o menos veladas y desplazamientos objetales. Y tenemos la oportunidad de observar el pasaje de la manifestación de la pulsión a la manifestación del instinto sexual, que es el objetivo de la orgonterapia.

El proceso de la Vegetoterapia lo podemos dividir didácticamente en tres fases en base al material histórico que está emergiendo y por tanto a la etapa sexual que se está reactivando:

Oral: 2 primeros segmentos;

Anal: 3º y 4º segmentos;

Fálico-Edípico: 5º,6º y 7º segmentos).

Lo observaremos por las manifestaciones oníricas, el estado emocional que prevalece en la vida cotidiana de la persona, el material que emerge en las sesiones y la forma de percibir al terapeuta, que va acompañado de las consiguientes manifestaciones de las pulsiones sexuales. Asímismo observamos que, según la estructura de la persona, la forma de vivir esas etapas adquieren formas y matices diferentes.

Por ejemplo, ya en la primera fase (segmento ocular y oral, fase oral primitiva, primaria y secundaria) puede surgir desde un principio, tanto en la estructura psicótica compensada como en la estructura de carácter neurótica histero-masoquista pulsiones sexuales aparentemente genitalizadas. Más marcadas y manifiestas en la E. psicótica con cobertura histérica, con deseos fuertes genitales hacia el terapeuta.

El factor diferencial que nos aproxima a conocer delante de qué estructura nos encontramos es -con otras variables- la forma Impulsiva en la E. psicótica; recatada, tímida y sutil en la neurótica y en el estado emocional en que se sumerge el paciente cuando se elabora correctamente este tipo de pulsiones. En la E. psicótica aparece el vacío, la angustia vital, la sensación de pérdida de identidad, la necesidad de fusión con el terapeuta, desarrollándose el pasaje de una relación aparentemente genitalizada a una relación fusional-uterina. En la E. de carácter neurótica descrita aparecerá el estado depresivo oral con sensaciones de muerte, impotencia, tristeza…, y de fuerte dependencia ambivalente hacia el terapeuta. Vemos pues, cómo las manifestaciones pulsionales sexuales en estos casos van acompañando a formas más o menos caracteriales, aparentemente similares, pero con un contenido y una lógica muy diferente, y cómo a través de su elaboración entramos en contacto con elementos más nucleares.

En el caso de la Estructura nuclear o límite con cobertura narciso-masoquista, por regla general se van a mostrar sin pulsiones, sin manifestaciones de implicación con el terapeuta, pues esa es precisamente una de sus características fundamentales: no permitirse mirar al otro, vincularse con el otro, para no entrar en contacto con su núcleo psicótico o depresivo. Pero en ambos casos con fuerte ambivalencia primaria y de angustia primitiva. Por eso son «personajes» que desarrollan a la perfección ciertas facetas sociales: dominio de la palabra, humor, conocimiento intelectual de ciertos temas… y eso sirve de seducción social y de mecanismo para ser escuchado y mirado y no escuchar ni mirar. Será precisamente la adecuada elaboración de esa actuación dentro de la relación terapeútica, más que los actings o ejercicios neuromusculares o que la respiración, etc., lo que permitirá que este tipo de personas entren en contacto con una capa más profunda, es decir con su ambivalencia, emergiendo pulsiones de fuerte necesidad y miedo a la pérdida y de una destructividad muy fuerte al ser consciente de esa dependencia, quieren desesperadamente al objeto para poseerlo y para destruirlo.

Vemos, por estos ejemplos -que son una muestra de las diversas estructuras en base a la combinación: factor de base, cobertura y rasgo como en esta primera fase claramente se manifiestan pulsiones que corresponden a la etapa oral, según la forma en que fue vivida: voracidad-destructividad en el ejemplo puesto de la E. nuclear o límite ; necesidad de fusión epidérmica fetal -genitalización de los contactos sociales en la E. psicótica; necesidad del objeto- seducción sexual en la E. de C. Neurótica. Todas ellas vinculadas a la búsqueda de la relación con el objeto oral, la madre (entendiendo tanto el objeto oral primitivo como el primario).

En la segunda fase (segmento cervical-torácico, etapa anal), las pulsiones sexuales tomarán matices más sádicos, con posibles fantasías perversas y con la emergencia del componente homosexual. A partir de esta etapa, en nuestra sistemática introducimos a la persona en el grupo terapéutico y la emergencia de estas pulsiones se dirige progresivamente, a los miembros del grupo, al y la terapeuta de grupo y al y la terapeuta individual (que será generalmente uno de los dos terapeutas del grupo).

En la tercera fase (segmento: diafragma, abdomen-pelvis. Momento edípico). Salvando los matices, que como siempre serán diferentes según la estructura, nos encontramos con la ambivalencia edípica: deseo genital-odio hacia el objeto, y con las consiguientes fantasías incestuosas-transferenciales, acompañado de pulsiones parciales, exhibicionismo, voyeurismo y manifestaciones fálicas en ambos sexos como fantasías de violación, comportamiento de dominación sexual…

Dentro del proceso terapéutico, hasta aquí, observaremos manifestaciones de las pulsiones sexuales, mal llamadas en ocasiones «amorosas», porque ya hay una contradicción en el término. Si son pulsiones no pueden ser amorosas pues el amor va vinculado únicamente a la capacidad de regulación del instinto sexual, capacidad de amar y de vivir el «abrazo genital» en una relación objetal completa. Esta capacidad se observa en la fase final o genital, donde las pulsiones parciales siguen existiendo pero en función del instinto. Surgirá a partir de la resolución edípica y se manifestará hacia el terapeuta en forma de reconocimiento de su función, como deseo de conocerlo como persona, y de agradecimiento por la tarea realizada, no existiendo vestigios de fantasías incestuosas o comportamiento de «plaga emocional» hacia su persona. Es realmente difícil alcanzar este punto de maduración, pero sí se consigue, es cuando podemos hablar de manifestaciones sexuales de amor, eligiendo el objeto amoroso fuera de la relación terapéutica. Se puede llegar a amar al terapeuta como se hubiera podido querer a la madre o al padre pudiendo entablar progresivamente una relación profesional o de amistad, es decir, en un mismo plano. Pero no se producirá inmediatamente después de haber terminado el análisis, sino con el tiempo.

Esto es importante conocerlo cara a las situaciones donde se mezclan las labores docente con las terapéuticas, donde el paciente es candidato a terapeuta del mismo equipo que su terapeuta, pues el cambio de plano en la relación personal debe ser progresivo y ocasiona, mientras se produce, comportamientos y sensaciones particulares que se pueden entender y manejar mejor a partir de esta referencia. Ahora bien, tanto para que el proceso siga su evolución progresiva y de maduración sexual, como para que se vayan manifestando las pulsiones sexuales, que supone la prueba clara del desarrollo del vínculo o neurosis transferencial, -junto a la correcta aplicación de todos elementos que caracterizan esta metodología clínica- es fundamental que el terapeuta sepan manejar dichas pulsiones sexuales.

En la psicoterapia reichiana, el contacto corporal terapeuta-paciente, es algo habitual en la práctica clínica, pero quizás sus consecuencias en el «setting terapéutico» no se han analizado suficientemente.

Resulta lógico pensar que esta variable nueva respecto al terreno de origen, el psicoanálisis, ocasione modificaciones en el proceso transferencial, y en general en el proceso terapéutico. Y si bien es cierto que puede ser un medio funcional y facilitador del proceso también puede ser un revulsivo yatrógeno muy peligroso que fije la dinámica evolutiva o provoque una regresión incontrolable.

W. Reich cuestionó la importancia que tiene tanto en el proceso educativo como en el terapéutico, el contenido latente emocional presente en los propios educadores y psicoterapeutas y que en muchas ocasiones puede no ser consciente, pero que al existir, puede ser percibida por el receptor con repercusiones incontroladas. Concretamente habla en uno de sus textos de cómo la carga sexual contenida de los padres puede favorecer la fijación edípica. A nivel práctico es un hecho que si nosotros como padres nos bañamos con nuestra hija de 6, 8, ó 10 años, o se sienta en nuestras rodillas, aunque conscientemente desdeñemos cualquier tipo de deseo sexual hacia ella, sí hay una fuerte carga sexual por una hiperexcitación contenida, muy posiblemente esa carga produzca excitación en el biosistema infantil favoreciendo dicha fijación. De la misma manera ocurre en el terreno clínico.

Esto es algo que las personas con una E. psicótica en muchas ocasiones captan por su campo energético más extenso y con menos bloqueo muscular, al sentir que el terapeuta está de una manera concreta aunque no lo manifieste. Cuando dicen: «Hoy te siento cansado», «preocupado», «con rabia»… Inmediatamente tendemos a defendernos: «No, no, estoy bien, como siempre»…. Procediendo de esa manera cometemos un gran error al favorecer la confusión y el doble lenguaje. Por supuesto que a veces estamos con un estado emocional concreto y lo intentamos contener por nuestra función latente, pero no hay porque negarlo cuando alguien lo siente, al contrario, es un factor que puede facilitar el vínculo y el buen hacer terapéutico. Ya digo, sobre todo en el abordaje de la E. psicótica.

Pero en otras ocasiones no es un estado puntual, es una carga crónica, rabia contenida, tristeza, avidez sexual, pulsiones latentes históricas ancladas en el inconsciente, pero manifiestas en el campo energético, y con continuadas repercusiones en la relación con el otro. Esta carga emocional va a colisionar con la del paciente dejando de ser una relación de planos distintos para interaccionar y viciar la relación terapéutica, porque el paciente en un momento dado sentirá que el terapeuta se siente atraído por ella y se lo manifestará al terapeuta. Este lo negará y lo analizará como una fantasía histórica de seducción, pero internamente el paciente sabe que lo que siente es cierto. Y es cierto, de alguna manera, no porque conscientemente lo sea, sino porque la carga sexual del terapeuta se despliega y se puede sentir como deseo. Por otra parte, esas cargas emocionales históricas pueden reactivarse ante respuestas directas del paciente, tanto de deseo manifiesto, como ante los accesos de rabia o de tristeza. Y el terapeuta también desea, sentir tristeza, llorar, o sentir una fuerte rabia y mostrarla. En ese momento se interactúa, se colocan los dos vectores en un mismo plano, y se acaba la regla básica de la relación terapéutica favorecedora de la neurosis de transferencia y base de todo proceso psicoterapéutico: la diferencia de funciones, la diferencia de planos, entre el terapeuta y el paciente.

Tampoco se trata de ser la momia psicoanalítica como criticaba Reich a sus colegas: Debe existir la capacidad de contacto, de empatía, de «apertura de campo energético», de comprensión. Se puede y se debe sentir lo que ocurre, pero esto siempre como algo que es del orden del paciente. «Estoy con el sentir del paciente, no estoy con mi sentimiento y con el del paciente». Siento la tristeza de mi paciente, pero eso no me puede poner triste a mí. Siento la rabia de mi paciente, pero no puede ponerme rabioso, siento el deseo de mi paciente, pero eso no puede hacerme sentir deseo hacia la paciente. Y si eso ocurre, de manera indirecta por una carga latente histórica no consciente, o por respuestas puntuales (contratransferencia neurótica) se tiene que evitar de forma tajante. De ahí la necesidad en todos los casos de la propia terapia personal (no para cubrir unas horas didácticas, sino como proceso psicoterapéutico profundo del futuro terapeuta); la supervisión de casos y la terapia Ad-vitam del terapeuta. Porque si esto puede darse en un proceso psicoterapéutico verbal, cuando es un proceso psicocorporal las posibilidades aumentan mucho más…

Si un/a paciente manifiesta su tristeza: el terapeuta puede abrazarlo si lo vemos necesario ante una demanda funcional, pero es un abrazo desde la posición del terapeuta. Sólo en aquellos casos que cumpla claramente una función y recibiendo la emoción del paciente debería existir una proximidad corporal. Si por el contrario interactuamos «nuestra» tristeza con la «suya», no nos asombre que cuando el paciente más adelante viva deseos genitales, espere le sean satisfechos con el terapeuta. El «estar» del terapeuta es fundamental y tiene que mantenerse igual durante todo el proceso. Si lloro con un paciente también puedo hacer el amor con un paciente, o pegarme con un paciente. Y eso no es un proceso terapéutico.

Por ello es importante diferenciar entre interacción e interrelación. Existe una relación terapéutica, pero para que el paciente desplace de forma adecuada los afectos históricos a la figura del terapeuta creándose así la valiosa herramienta del vínculo o neurosis de transferencia, no puede haber una interacción emocional sino una receptividad, una interrelación basada en dos posiciones diferentes. La persona que transmite, que expresa y la persona que está receptiva, abierta, en contacto, libre de carga, que es la posición del terapeuta . Por ello creo que debería ser una norma fundamental en todo proceso de psicoterapia corporal, por respeto al paciente y por necesidad clínica, que el contacto corporal se produzca sólo en momentos necesarios y puntuales (ante una respuesta de contracción muscular, de paralización puntual de la respiración, una fuerte tristeza con demanda de proximidad, etc…), y siempre teniendo muy presente la propia carga energética, el propio estado emocional, lo que en términos técnicos algunos autores, incluido Reich, de forma general definían como contra-transferencia.

A partir de esta tesis podemos observar cómo el defender un código deontológico no es por tendencia inquisidora, moda u otros inventos de algunas mentes retorcidas, sino por evidencia clínica, para hacer manifiesto aquello necesario para el buen hacer del psicoterapeuta.

La situación personal, su comportamiento personal es una variable clínica fundamental. ¡Cuántos pacientes he tratado y han llegado a nuestro equipo con experiencias nefastas de trabajos anteriores con llamados psicoterapeutas corporales, no por no conocer la técnica o la teoría dichos profesionales, sino por no saber utilizar esta variable, y trabajar dejando expresar sus sentimientos al paciente y sus deseos llevándolos a la práctica, entre ellos los deseos genitales con relaciones sexuales en la consulta. ¡Ya es hora de dejar bien clara cuál es la posición del psicoterapeuta reichiano y post-reichiano a este respecto, con evidencias clínicas y no sólo por juegos de albalorios ideológicos, teóricos o supuestamente progresistas.

Es por ello necesario que junto a seminarios clínicos donde esto se pueda evidenciar, las escuelas de formación exijan la terapia personal a los candidatos que permita al terapeuta adquirir los mínimos personales necesarios para que no haya interferencias ni interacciones en su trabajo y mantengan un código deontológico donde esta variable aparezca definida pudiendo ser en un momento dado elemento suficiente como para denunciar o expulsar a un terapeuta de la institución. No nos debe interesar «el colegialismo», sino la salud y para ello hay que actuar con una mínima coherencia y profesionalidad.

De esta forma, teniendo presente el factor contratransferencial y sabiendo manejar la elaboración de las pulsiones, se observa que el proceso evoluciona y se produce el desarrollo y la maduración sexual hacia la genitalidad. En este sentido, cabe recordar que la elaboración de las pulsiones pasa por facilitar la expresión verbal y la expresión emocional que la acompaña, así como la posible vinculación a través de la libre asociación y de la elaboración analítica con situaciones históricas y con el/la propio terapeuta.

Veamos unos ejemplos: (P= paciente; T= terapeuta).

Caso a Paciente en 2ª fase del proceso terapéutico. Estructura de carácter Borderline.

P.- «Me siento muy tenso. Noto tensión en los brazos y el cuello».

T.- ¿También en los ojos?

P.- Sí, también.

T.- ¿Te cuesta mirarme?

P.- Sí.

T.- ¿Recuerdas si había alguien a quien también te costaba mirar?

P.- Sí, a mi maestro del pueblo.

T.- ¿Por qué?

P.- Recuerdo que alguna vez me tocaba el cuerpo y en una ocasión los genitales. Yo escapé, y desde entonces rehuía su mirada.

T.- ¿Tienes miedo de que yo también te toque?

P.- Es ambivalente. Pero creo que tengo miedo por si me excito.

T.- ¿Qué emoción te produce el recordar esto?, ¿qué sientes ahora?

P.- Rabia, odio.

T.- Mírame, permítete sentir esa rabia mirándome.

P.- Lo hace y aparece tristeza y llanto…. A continuación le indico que realice el acting de abrir y cerrar las manos y posteriormente decir «¡no!» con los puños dentro del trabajo del 3er y 4º segmentos.

Caso b Tercera fase de la terapia. Estructura de carácter neurótica.

P.- Siento una fuerte ansiedad y deseo genital.

T.- ¿El deseo va acompañado de imágenes?

P.- (siento nerviosismo en su comportamiento, tiende a ocultar algo)

si…

T.- ¿Cuál? Te das cuenta de tu postura corporal. Quizás temes decirlo.

P.- Sí, me da vergüenza. Pero … me estaba imaginando que te desnudaba y me desnudabas y me penetrabas.

T.- ¿Cómo te sientes al decirlo?

P.- Con miedo, pero mejor, menos tensa.

T.- Continuamos con el «acting»: Respiración, vocalizando con la letra !Ah!3(después del «acting»)

T.- ¿Qué has sentido?.

P.- Excitación y rabia porque me he sentido despreciada por ti. Yo te comunico mi deseo y tú permaneces inmutable.

T.- ¿Qué te hubiera gustado que hubiera hecho?

P.- Que me comunicaras tu deseo también.

T.- ¿Tú lo sientes en mí?

P.- No, pero me da rabia que no lo sientas.

T.- ¿Sientes que te lo censuro?

P.- No…

T.- ¿Quién es posible que sí te censurara o sintieras que te censurara esos deseos?

P.- Mi padre. A partir de una edad ya nunca más me tocó y siempre estaba diciendo «atención a tu vestido, esa falda…»

T.- ¿Qué sentimiento te produce el recordar esto?

P.- Rabia, mucha rabia.

T.- Sigamos. Vas a realizar el acting de decir !No! pegando la patada al aire con las piernas, manteniendo el contacto con esto que estás sintiendo.

Caso c Paciente con una estructura psicótica con rasgos histéricos, en la 1ª a fase del proceso.

P.- (Después de realizar el acting de las manos en los oídos y mirar la lamparita con el punto fijo, con la mirada perdida): He sentido necesidad de chupar la lamparita, de metérmela dentro de la boca, toda entera, también tu pene.

T.- ¿Con excitación genital?

P.- No.

T.- ¿Y con mis manos en tus oídos, que sentías?

P.- Un fuerte dolor en el diafragma, frío en el abdomen, y sensación de protección con tus cálidas manos. He fantaseado que mi cuerpo era todo oídos para entrar dentro de tus manos. Siento que te canso con mis explicaciones y que me vas a dejar.

T.- Es cierto que hoy me encuentro algo cansado, pero ya lo estaba cuando tú has venido. ¿Sientes que te va a dejar siempre aquel con quien creas una relación afectiva?

P.- Sí, con los hombres sobre todo.

T.- ¿Asocias ese frío que has sentido durante el acting con la sensación que te produce cuando te sientes abandonada?

P.- Sí, es similar, pero aquí era mucho más fuerte.

T.- Date cuenta de que en cuanto conmigo estás creando una fuerte relación afectiva el miedo a que te deje es mucho mayor, y de ahí que se reactive tu frío, que es histórico. Pero ten la seguridad de que yo no te voy a dejar. Hagas lo que hagas y digas lo que digas seguiré siendo terapeuta.4

P.- ¿Seguro?

T.- Es normal que no te lo creas, pero lo irás comprobando.

Nota: Por la particularidad de la E. Psicótica la actuación terapeútica es mucho más directa y con mayor proximidad corporal, con menos elaboración analítica y con las posibilidad de utilizar elementos de reaseguración, para rebajar la angustia primitiva de la paciente. No se hace excesivo hincapié, ni se toma al pie de la letra muchas de sus frases, como en este caso, «el deseo de absorver mi pene», pues a diferencia del ejemplo b) es una forma de genitalización de la oralidad primitiva y refleja su deseo de fusión. Posteriormente, en este caso, la paciente vería claro cómo su práctica promiscua era una forma de intentar tener un contacto epidérmico con el hombre a través del cual buscaba a la madre.

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