DEFINICIÓN Y BASES DE LA PSICOTERAPIA BREVE CARACTEROANALITICA (PBC)
4.1 ¿POR QUÉ CARACTEROANALÍTICA?
Dejando claro , en base a lo expuesto anteriormente, que nuestra identidad profesional es de “orgonterapeutas” y que nuestra posición clínica es “psicoterapéutica”, me pareció coherente definir nuestra praxis como “Caracteroanalítica” porque su encuadre (setting) breve es “ analítico” y su foco de atención es el “carácter”.
Esto significa que tenemos unos objetivos clínicos “terapéuticos”, es decir pretendemos que el paciente alivie su sufrimiento, desaparezcan sus síntomas y recupere dinámicas vitales más saludables. Pero para alcanzarlos tendremos en cuenta estas dos variables:
la posición del especialista y los medios clínicos que utilicemos.
a) Nuestra posición deberá reflejar la perspectiva psicoterapéutica y el setting analítico breve del que partimos. Lo cual significa que nos identificamos y aplicamos a un marco breve “…los pilares maestros de la teoría psicoanalítica: La existencia de los procesos psíquicos inconscientes, el reconocimiento de la teoría de resistencia y de la represión, la valoración de la sexualidad y del complejo de Edipo “(Freud 1923), así como el papel central que tiene el fenómeno de la “transferencia” (Freud 1912). De ahí que sea fundamental para nosotros establecer una relación terapéutica, intervenir de manera que sea la persona la que vaya tomando conciencia de sus procesos internos, así como otras formas de actuar que ya he reflejado en páginas anteriores y en las que seguiré profundizando más adelante.
b) De igual manera los medios clínicos se derivarán de ese “setting” analítico y también de su foco de atención, el “carácter”. Lo cual significa que emplearemos herramientas “psíquicas” y “corporales” en cuanto que W. Reich al definir el término “carácter” como la “coraza del yo”(Reich, 1936), unificó en ese concepto la dualidad psicosomática. Eliminando la disociación semántica existente a la hora de describir las defensas psíquicas y las reacciones somáticas, lo que corresponde al “cuerpo” o a la “mente”. Porque el disturbio energético afecta, en mayor o menor medida, tanto al sistema psíquico como al somático, ya que desestabiliza el equilibrio defensivo (la coraza), es decir, el carácter. A sabiendas de que ese equilibrio, o “neurosis caracterial”, egosintónica implica “per se” un estado patógeno asintomático pero que merma el yo, distanciándolo de sus potencialidades:“La falta de comprensión de la enfermedad no es un indicio absolutamente seguro, pero sí esencial, de la neurosis caracterológica. El síntoma neurótico se experimenta como un cuerpo extraño y crea una sensación de estar enfermo. En cambio el rasgo neurótico de carácter, tal la exagerada tendencia al orden del carácter compulsivo o la angustiada timidez del carácter histérico, están incorporadas orgánicamente a la personalidad. Uno puede lamentarse de ser tímido, pero no se siente enfermo por ese motivo. El individuo no se siente enfermo hasta tanto la timidez caracterológica se convierte en un ceremonial compulsivo, esto es, hasta que el carácter neurótico no se exacerba en cuanto a sus síntomas” (Reich, 1933)
Por tanto con el término “caracteroanalítico” se está manteniendo la coherencia del encuadre analítico teniendo presente las aportaciones del discurso funcional reichiano y de la “identidad psicosomática” sin necesidad de hablar de terapia corporal, psicocorporal, o de somatoterapia, que de alguna manera están reflejando esa disociación :“La psique y el soma son dos entidades independientes, mutuamente interrelacionadas (paralelismo psicofísico).Veo la interacción dinámica de la psique y el soma como una identidad funcional psicofísica. Parecería un sin sentido hablar de dos procesos separados y autónomos que obedecen sus propias leyes, o de una dependencia parcial de uno sobre otro. Más bien, intentaremos probar que, las funciones psíquicas y somáticas primarias son absolutamente idénticas, considerándolas como procesos básicos vitales, y que bajo ciertas circunstancias se dividen en funciones contradictorias -por lo que debemos hablar de una dualidad funcional antagónica”. (Reich, 1934, c)
Es, por tanto ,una psicoterapia cuya actuación se basa en el reconocimiento del carácter como clivaje defensivo por un lado y como resistencia por otro, y no en el síntoma clínico en sí mismo. Veamos la diferencia entre ambos tipos de praxis analítica con un ejemplo del propio W. Reich:“Con fines de orientación y a las efectos de esbozar las diferencias esenciales entre el análisis del carácter y el análisis de síntomas, permítasenos suponer dos pares de pacientes, para su comparación. Imaginemos que tenemos en tratamiento al mismo tiempo dos hombres que sufren de eyaculación precoz: uno posee un carácter pasivo-femenino y el otro, fálico-agresivo. También tenemos en tratamiento dos mujeres con una perturbación digestiva: la primera es un carácter compulsivo y la segunda una histérica.
Supongamos además que la eyaculación precoz de ambos hombres tiene el mismo significado inconsciente: el temor al pene paterno en la vagina de la mujer. En el análisis, y partiendo de la angustia de castración que constituye la base del síntoma, ambos pacientes producen una transferencia paterna negativa. Los dos odian al analista (el padre) porque ven en él el enemigo que frustra su placer; los dos abrigan el deseo inconsciente de deshacerse de él. En otra situación, el carácter fálico-sádico se resguardará del peligro de la castración mediante insultos, desprecios y amenazas, mientras el carácter pasivo-femenino aumentará continuamente su pasividad, su sometimiento y afabilidad. En ambos pacientes, el carácter se ha convertido en una resistencia: uno esquiva el peligro con métodos agresivos y el otro trata de evitarlo mediante un sometimiento engañoso. Va implícito en todo esto que la resistencia caracterológica del paciente pasivo-femenino es más peligrosa, pues trabaja con medios escondidos: produce abundancia de material, recuerda toda suerte de experiencias infantiles, en pocas palabras, parece cooperar espléndidamente. En realidad, sin embargo, disimula un rencor y un odio profundos; mientras mantenga esta actitud, no tiene el valor de mostrar su ser real. Si ahora nos concentramos en lo que este paciente produce, sin prestar atención a su forma de comportarse, ningún intento analítico podrá modificar su condición. Puede incluso llegar a recordar el odio hacia su padre, pero no lo experimentará a menos que interpretemos en forma consecuente el significado de su actitud de disimulo antes de comenzar a interpretar el significado profundo del odio hacia el padre.
En el caso de segundo par de pacientes, supongamos que se ha desarrollado una aguda transferencia positiva. El contenido central de esta transferencia positiva es, en ambas, análogo al del síntoma, vale decir, una fantasía de fellatio oral. Pero aunque la transferencia positiva tiene el mismo contenido en ambos casos, la forma de la resistencia transferencia será muy distinta: la paciente histérica mostrará, digamos, un silencio angustiado y un comportamiento tímido; la compulsiva, un silencio rencoroso o una conducta fría, altanera. En un caso se esquiva la transferencia positiva mediante la agresión; en el otro, mediante la angustia. La forma de esta defensa será siempre la misma en la misma paciente: la histérica se defenderá siempre con angustia y la compulsiva, con agresividad, no importa cuál de los contenidos inconscientes esté a punto de irrumpir. Esto es, en un paciente la resistencia caracterológica es siempre la misma y sólo desaparece con las raíces mismas de la neurosis.
La defensa narcisista encuentra en la coraza caracterológica su expresión concreta crónica. Además de las resistencias conocidas que se movilizan contra cada nuevo trozo de material inconsciente, debemos reconocer un factor constante de naturaleza formal, originado en el carácter del paciente. Debido a este origen, denominamos tal factor de resistencia constante y formal, esistencia caracterológica.
Resumiendo, los aspectos más importantes de la resistencia caracterológica son los siguientes:
La resistencia caracterológica no se expresa en el contenido del material sino en los aspectos formales del comportamiento general, en la manera de hablar, de caminar, en el expresión facial y las actitudes típicas tales como sonrisa, burla, altanería, excesiva corrección, la modalidad de la cortesía o la agresión, etc.
Lo específico de la resistencia caracterológica no es lo que el paciente dice o hace sino cómo habla y obra, no lo que denuncia en un sueño sino cómo censura, distorsiona, etc.
La resistencia caracterológica es siempre la misma en el mismo paciente, sin importar cuál sea el material al que va dirigida. Caracteres diferentes presentan el mismo material de manera distinta. Así por ejemplo, una paciente histérica esquivará la transferencia paterna positiva en forma angustiada; la mujer compulsiva, de una manera agresiva.
La resistencia caracterológica, que se expresa formalmente, puede ser comprendida en cuanto a su contenido y puede ser reducida a experiencias infantiles e impulsos instintivos, tal como sucede con los síntomas neuróticos (Mediante la comprensión de este hecho, el elemento formal queda incluido en la esfera del psicoanálisis, que hasta ahora se centraba primariamente en el contenido).
Durante el análisis, el carácter del paciente pronto se convierte en una resistencia. Esto es, el carácter desempeña en la vida corriente el mismo papel que en el análisis: es un mecanismo de protección psíquica el individuo está caracteriológicamente acorazado contra el mundo exterior y contra sus impulsos inconscientes”. (Reich.1933)
4.2. CARÁCTER Y ESTRUCTURA
Evidentemente con el paso del tiempo los conceptos citados se han visto enriquecidos por las observaciones y resultados de la praxis clínica de muchos especialistas que al comunicarlos nos hemos visto todos beneficiados.
En este sentido creo importante aclarar que, si bien con el concepto “carácter” estamos refiriéndonos a una característica que forma parte de la persona, y por tanto genérica, actualmente pensamos que, siendo coherentes con la realidad clínica, es preferible utilizar el concepto de “rasgo de carácter”. Mientras que “carácter” lo emplearemos para referirnos a la suma de defensas psicosomáticas de aquellas personas que tengan una Estructura Adaptativa-Neurótica o Nuclear-Fronteriza . Esto se debe a que las personas con una Estructura Mimética-Psicótica no han podido organizar un carácter (coraza) porque la experiencia primitiva que vivieron, durante el llamado por W. Reich “periodo crítico biofísico”, fue tan dura y distresante que vieron mermada su capacidad defensiva neuromuscular y psíquica. Para sobrevivir utilizaron mecanismos energéticos, neurohormonales y perceptivos, entre ellos algunos “rasgos de carácter”, al mimetizar formas conductuales de las personas afectivamente más próximas. Todo lo cual configuró las particularidades sistémicas de esta Estructura ( Serrano,1993 a)
Por ello podemos decir que todas las personas tenemos “rasgos de carácter”, pero no todas tienen “carácter”.
A pesar de lo cual creo que es coherente utilizar el término “psicoterapia breve caracteroanalítica” porque, como veremos posteriormente, en las personas con Estructura Mimética-Psicótica la P.B.C. tiene unos objetivos diferentes y por tanto su actuación se sale de los moldes que le caracterizan.
Vemos pues que cada rasgo refleja una particularidad del carácter del sujeto; supone una forma de estar y de desenvolverse. Siguiendo a F. Navarro (1983,b) cada rasgo de carácter es la solución que el sujeto ha encontrado para alejar una situación conflictiva que le provocaba angustia. No puede hablarse de unos caracteres puros sino de un conjunto de rasgos de carácter. Así, hay rasgos de carácter de tipo histérico, fálico narcisista, masoquista, compulsivo, etc…
Todo rasgo de carácter tiene una impronta narcisista en cuanto que constantemente justificamos esa forma de actuar porque es con la que nos identificamos. En el momento en que alguien nos cuestione esa forma de actuar aparecerá la herida narcisista, ante la que responderemos defensivamente.
Esta identificación con el rasgo al principio es inconsciente. Nosotros no nos damos cuenta de lo que estamos haciéndolo porque “eso” somos nosotros mismos. Por ejemplo, una persona en primer lugar empieza a saber que es excesivamente complaciente, en segundo lugar, empieza a cuestionarse que quizás es excesivamente complaciente por algo, y en tercer lugar se da cuenta que es excesivamente complaciente porque en el fondo no es capaz de agredir o de demostrar la rabia al haber tenido que compensar unas determinadas carencias con ese comportamiento. De esta manera, poco a poco se va creando una desidentificación caracterial y va aumentando el proceso de una mayor identificación del Yo. Esa persona lo que realmente necesitaría sería sacar la rabia y el malestar que le ha ido creando, por ejemplo, la falta de afecto. Se dará todo un proceso que le va aproximando a lo que el Yo necesita y a aquello que el carácter impide. Se estará produciendo, en definitiva una desidentificación caracterial y una identificación yoica, que es uno de los objetivos del proceso psicoterapéutico profundo de la Vegetoterapia Caracteroanalítica.
La Estructura ,por otra parte, es una variable que recoge diversos componentes y ante todo, una visión de conjunto de esa persona. Nos está hablando de lo qué es y de cómo es en todo su niveles y facetas ( percepción, afectos, funcionamiento cognitivo, fisiológico, neurovegetativo..), tal como vimos anteriormente.
Otro hecho importante es que el rasgo de carácter, según en que Estructura esté, va a tener un sentido u otro, lo cual nos llevará a actuar clínicamente de distinta forma. Siguiendo el ejemplo de la Estructura de Carácter Fronteriza, el rasgo de carácter cumple una función compensatoria. Una actitud excesivamente narcisista, competitiva o maniacal hiperactiva en esta estructgura lo que está haciendo es compensar un núcleo depresivo. Si esa persona se para, deja de ser maniacal hiperactiva y automáticamente contacta con su depresión. En esta situación el rasgo de carácter cumple una función compensatoria. No hay un elemento de identificación caracterial posible con la hiperactividad ya que la funcionalidad responde a una compensación de la depresión.
En una persona con Estructura Adaptativa, en la cual no hay tal base depresiva, el comportamiento hiperactivo tiene una razón de ser por sí mismo pues va unido a una forma de descarga energética que, a su vez, va unida a una estasis sexual, lo cual puede ocurrir con el carácter histérico.
Mientras que, como veíamos antes, en las personas con una Estructura Mimética-Psicótica el rasgo de carácter es un comportamiento mimetizado y débil, incluso cambiante en función del momento vital presente. Es una defensa puntual ,nómada y vulnerable cuya función es intentar sobrevivir a través de una adaptación social suficiente, pero que implica un gran esfuerzo.
Profundizaremos en las características principales de las tres Estructuras humanas que configuramos las personas que vivimos en este sistema social en los capítulos que dedicaremos a exponer la forma propia de abordar sus conflictos con la P.B.C.
A continuación voy a exponer las manifestaciones psíquicas, que van siempre acompañadas de manifestaciones “somáticas”, de los rasgos de carácter según la descripción original de W. Reich (1934), porque mi experiencia clínica me ha demostrado que, teniendo en cuenta las diferentes funciones que cumplen según la Estructura donde se articulan, siguen teniendo una vigencia completa en este sistema social.
CARACTEROLOGÍA REICHIANA
El único que no voy a describir es el carácter pasivo femenino porque lo considero como una suma de rasgos masoquistas y compulsivos. Y puesto que ninguna persona tiene un solo carácter prefiero utilizar el concepto “compulsivo masoquista “ antes que el de pasivo femenino, incluso por una cuestión de “estética semántica”.
Así pues voy a citar las principales características del carácter “compulsivo”, “masoquista”, “fálico narcisista” e “histérico”. Los dos primeros reflejan un mayor condicionamiento de la “etapa anal” (periodo de desarrollo libidinal de 2 a 4 años aprox.) y los dos últimos a la etapa genital u edípica (periodo de desarrollo libidinal de 4 a 7 años aprox.)
COMPULSIVO
“… preocupación pedante por el orden. Toda su vida, en todos los aspectos principales y secundarios, se desarrolla conforme a un programa preconcebido, inviolable. Todo cambio en el programa se experimenta como displacer […] tendencia al pensamiento circunstanciado, caviloso. Existe una incapacidad de concentración más aquí que allá […] Otro rasgo nunca ausente en el carácter compulsivo es la economía, si no la avaricia. Pedantería, minuciosidad, tendencia a la cavilación y economía, todas derivan de una sola fuente instintiva, el erotismo anal; […] Lo que sabemos aquí se funda en los correspondientes trabajos de Freud, Abraham, Jones y Ophuijsen. […] Los caracteres compulsivos presentan siempre marcadas reacciones de compasión y sentimientos de culpa. Esto no contradice el hecho de que sus demás rasgos no son en manera alguna agradables a los demás; más aún en el orden exagerado, en la pedantería, etc. […] Debe destacarse que podemos hablar de carácter compulsivo sólo cuando estos rasgos están presentes en su totalidad […] existen otros rasgos típicos que muestran una estructura más complicada y resultan de la acción recíproca de varias fuerzas. Entre ellos se encuentra la indecisión, la duda y la desconfianza. En su aspecto exterior, el carácter compulsivo muestra un acentuado freno y control; sus reacciones afectivas, tanto negativas como positivas, son tibias; en los casos extremos, esto se convierte en un completo bloqueo afectivo. […] Hubo una fijación central en el nivel sádico-anal, es decir, hacia la edad de los dos o tres años. [,,,] En la medida en que se desarrolló la genitalidad, lo hizo en forma de agresión fálica- sádico. […] Encontramos entonces en el carácter compulsivo dos capas de represiones,: la más superficial es la sádica y anal. La más profunda la fálica” (Reich, 1949 c).
MASOQUISTA
“…las manifestaciones erróneamente adjudicadas a un hipotético instinto de muerte se deben en realidad a una forma específica de angustia de orgasmo. El masoquismo no es un instinto o un impulso en el sentido biológico; es un impulso secundario en sentido económico sexual, vale decir, un resultado de la represión de mecanismos sexuales naturales. No existe impulso biológico alguno hacia el desplacer, no existe instinto de muerte. […] La experiencia clínica revela que la angustia no es sino la sensación de una constricción (“angustiae”), de una estasis, los temores (la idea de los peligros) se convierten en angustia efectiva sólo en presencia de esa estasis. […] Rasgos típicos del carácter masoquista son los siguientes: subjetivamente, una sensación crónica de sufrimiento, que aparece objetivamente como una tendencia a lamentarse; tendencias crónicas a dañarse a sí mismo y al automenosprecio (“masoquismo mora”) y una compulsión a torturar, a culpabilizar a los demás, que hace sufrir al paciente no menos que al objeto. La victimicidad permanente para conseguir afecto… Todos los caracteres masoquistas muestran una conducta específicamente torpe, de escaso tacto en sus modales y en su relación con los demás, a menudo tan acentuada hasta dar la impresión , en momentos extremos, de una cierta debilidad mental”. (Reich, 1949 c).
FÁLICO NARCISISTA
““…el carácter fálico-narcisista típico es seguro de sí mismo, a menudo arrogante, elástico, vigoroso y con frecuencia dominador. […] Estos individuos se anticipan por lo general a cualquier ataque esperado, con un ataque de parte de ellos. […] Los hombres fálico-narcisistas muestran una gran potencia erectiva, si bien son orgásticamente impotentes. […] … muchos casos de eritrofobia y de perversiones manifiestamente sádicas, entre los hombres. También pertenecen a este tipo muchas mujeres productivistas y donde el triunfo laboral es su primer valor. […] Estos casos tienen en común una fijación en la fase de desarrollo infantil en la cual se acababa de abandonar la posición sádico-anal, pero no se había alcanzado aún la posición libidinal objetal; […] La historia infantil revela casi siempre serias decepciones en el objeto del otro sexo, decepciones que ocurrieron precisamente en momentos en que se hacían intentos de conquistar ese objeto mediante la exhibición fálica. En los hombres, encontramos a menudo que la madre era la más fuerte de los dos progenitores, o que el padre había muerto prematuramente o había desaparecido de alguna manera del cuadro familiar. […] En tales hombres, el acto sexual tiene el significado inconsciente de demostrar a la mujer, una y otra vez, su potencia; […] en las mujeres fálico-narcisistas el motivo rector es el de vengarse del hombre, de castrarlo durante el acto sexual, de tornarle impotente o hacerle parecer impotente. […] El carácter fálico-narcisista, contrariamente, evita sus impulsos anales y pasivo-homosexuales, con ayuda de la agresión fálica. Los analistas describen a menudo a estos caracteres como anales u homosexuales pasivos. Tal cosa es incorrecta. No puede denominarse fálico-sádico al carácter pasivo-femenino porque evite aquellas tendencias, análogamente, no puede denominarse anal-pasivo al carácter fálico-narcisista por evitar tendencias anales y pasivas. El carácter no está determinado por aquello que esquiva, sino por la forma en que se efectúa la defensa y por los impulsos de que ésta se vale. […] Entre los caracteres fálico-narcisistas sádicos, encontramos a menudo toxicómanos y en especial alcohólicos. En el alcoholismo existe también una regresión a la oralidad; por ello, los rasgos típicos del carácter fálico-narcisista no están claramente definidos. […] Su resistencia caracterológica consiste en un menosprecio agresivo hacia el análisis y el analista en formas más o menos encubiertas, un tomar a su cargo en forma narcisista al tarea de interpretación, y en la negación de toda tendencia pasiva o aprensiva, en particular de la transferencia positiva, así como en una defensa contra esas defensas. Es posible reactivar la angustia fálica sólo mediante una disolución energética y consecuente de los mecanismos reactivos narcisistas. No deben seguirse de inmediato a niveles más profundos los signos superficiales de tendencias homosexuales anales y de pasividad, pues eso podría resultar en una completa inaccesibilidad”. (Reich, 1949 c)
HISTÉRICO
“…su característica más sobresaliente es una conducta sexual evidente, en combinación con un tipo específico de agilidad corporal teñida de un matiz definidamente sexual. […] tendencia a cambios de conducta inesperados e impensados; una marcada susceptibilidad a la sugestión, siempre unida a una firme tendencia a reacciones de decepción: con la misma rapidez con que un carácter histérico (a diferencia del compulsivo) se deja convencer aun de lo más improbable, abandonará esa convicción y la reemplaza por las adquiridas con igual facilidad. […] El carácter histérico está determinado por una fijación en la fase genital del desarrollo infantil, con su ligación incestuosa. […] Como lo expresa Ferenczi, el carácter histérico lo genitaliza todo; las otras formas de neurosis reemplazan la genitalidad por mecanismos pregenitales, o bien dejan que el genital funcione como pecho, boca o ano, mecanismo que yo he denominado inundación de lo genital con libido pregenital. […] Eso nos trae a la naturaleza de la coraza caracterológica. La coraza está mucho menos solidificada, es mucho más lábil que en el carácter compulsivo. Es simplemente una defensa aprensiva contra los impulsos de incesto genital. […] La marcada tendencia de los histéricos a las regresiones orales, se explica por la estasis sexual en esa zona y por el hecho de que, por haber asumido el papel del genital, la boca absorbe mucha libido. […] No obstante ello, se justifica hablar de depresiones histéricas, como contraste con las depresiones melancólicas. La diferencia estriba en la medida en que la libido genital y las relaciones objetales están presentes junto a las actitudes orales. Esto explica las transiciones graduales en cuyos extremos encontramos la melancolía pura y, donde predomina la genitalidad, la pura histeria”. (Reich, 1949 c)
4.3 MATRIZ DE LA PBC : LA VEGETOTERAPIA CARACTEROANALÍTICA DE W.REICH.
W. Reich desarrolla la técnica del “análisis del carácter” ejerciendo como psicoanalista didacta en Berlín en la década de 1930. Las circunstancias históricas adversas por las que atravesó Alemania en aquellos años (toma del poder político del movimiento nazi) forzaron que Reich se refugiara primero en Suecia y luego en Noruega, invitado y respaldado por el grupo psicoanalítico de aquel país, al que pertenecía Ola Raknes.
En esos años, oficialmente fuera del movimiento institucional psicoanalítico y en colaboración con algunos de sus colegas noruegos, investigó en el instituto de fisiología de la universidad de Oslo sobre un tema inédito: los mecanismos que producían placer o angustia (Reich, 1937). Intentó confirmar científicamente, durante cerca de dos años, la hipótesis ya desarrollada años atrás ( Reich, 1934 b y c) de que ambos eran fenómenos antagónicos de un mismo proceso vital y que su emergencia era producida por el predominio organísmico de la contracción vegetativa ( angustia ) o de la expansión ( placer).
El interés por este tema provenía de su época de estudiante de medicina, en la que conoció los estudios sobre la sexualidad y la teoría de la libido de Freud, los trabajos vanguardistas de Muller sobre el sistema nervioso vegetativo y las hipótesis biológicas “vitalistas” de Hraus, Zondek y Hatmann. Todo ello le llevarían a desarrollar su teoría sobre “la función del orgasmo” (Reich, 1927,1942) según la cual, la capacidad de abandono orgástico (vivencia de placer total visceral, sin predominio cortical, racional), era el principal mecanismo regulador biológico del organismo por ser una situación de extrema expansión.
La experiencia del orgasmo normalmente se confunde con el “acmé” o nivel máximo de placer en la relación sexual. De hecho el orgasmo se conoce poco al existir una tendencia en nuestros biosistemas a la contracción y la angustia, lo cual además genera una estasis energética, libidinal, que influye en algunos síntomas neuróticos (neurastenia, ansiedad, somatizaciones histéricas), predisponiendo igualmente al desarrollo de enfermedades psicosomáticas. Desde esta óptica se puede hablar de “disfunción orgástica” mejor que de “disfunción sexual” (Serrano, 1989 a).
Lo cierto es que estas fueron las primeras investigaciones, controladas en laboratorio y con baremos científicos, sobre algunos aspectos de la sexualidad. En 1966 serían retomadas, desde otra óptica, por Master y Johnson en Estados Unidos. La diferencia, desde el punto de vista social, es que los estudios de estos autores fueron “primicia” y referencia mundial , y los de Reich no son citados ni en los manuales especializados.
En resumen, Reich con estos experimentos “…demuestra sistemáticamente que el potencial eléctrico de las zonas erógenas (supuestamente las zonas de mayor excitación sexual) no aumenta, si no se produce en ellas una sensación agradable, placentera. Así, por ejemplo, puede haber erección del pezón o del pene sin que se produzca el respectivo aumento de potencial bioeléctrico que sería necesario para ello. El cual siempre se va a producir cuando se acompaña de una sensación de placer” (De Marchi,L.,1970)
Es decir “… para que la sensación de placer sea perceptible, además de la congestión mecánica del órgano es indispensable un aumento de la carga bioeléctrica. La intensidad de la sensación placentera es proporcional a la cantidad fisiológica del potencial bioeléctrico” (Reich, 1937)
“Las personas con bloqueo emocional o vegetativamente rígidas, como por ejemplo los catatónicos, no muestran ninguna reacción bioeléctrica frente a los estímulos, o tan solo una reacción mínima. En ellas el potencial bioeléctrico de las zonas sexuales no se diferencia en mucho de las del resto del cuerpo” (Reich, 1942)
Asimismo observó como la respiración profunda facilitaba la carga bioeléctrica, mientras que la respiración inhibida (la habitual en la población occidental) disminuye la carga y por tanto la sensación de placer erógeno, aunque pueda haber respuesta motriz en esas zonas. Por ello Reich concluye que se pueden asociar los procesos vegetativos expansivos a las dinámicas de placer y relajación, y los de contracción (influencia del sistema nervioso simpático, asociado al “distrés” actualmente) a los estados de ansiedad y de angustia. Por lo cual a mayor predominio de la angustia, mayor inhibición de la respiración, con el consiguiente predominio del sistema nervioso simpático y la consiguiente predisposición a enfermedades psicosomáticas. Y, por el contrario, a mayor predominio de estados internos de placer, relajación y bienestar (con capacidad de respuesta y de alarma pero en función de la realidad y no como algo crónico) predominio del sistema nervioso parasimpático, respiración libre y profunda y por tanto predisposición a un estado saludable.
Las causas de esa tendencia a la contracción y al predominio de la angustia Reich la concreta en los disturbios libidinales y afectivos que el infante humano sufre desde el principio de su vida, a partir de lo cual genera la ya descrita coraza defensiva en forma de “carácter” y de tensiones musculares crónicas, entre otras cosas. La teoría de la libido psicoanalítica se fundamentaba en una realidad neurofisiológica. Esa fue una de las grandes aportaciones de Reich. Pero tuvo un mal recibimiento, no porque se cuestionaran su modelo de investigación o sus datos clínicos, sino por las consecuencias sociales que tenía su hipótesis etiológica: gran parte de los trastornos psicopatológicos y de las llamadas enfermedades psicosomáticas eran consecuencia de la educación represiva y de unos sistemas familiares y educativos patriarcales, autoritarios, caducos y carentes de la capacidad de generar organismos humanos maduros y saludables.
Esta crítica social fundamentada en aspectos biológicos y clínicos (Reich, 1934, 1942,,1949) provocó, en general, el rechazo por parte de una sociedad en crisis. Sin embargo, décadas después se convirtió en referencia intelectual de los movimientos revolucionarios de 1968 en Europa (Serrano, 2001). También años después algunos de sus postulados se vieron corroborados en estudios realizados por otros científicos como Selye y su teoría del “strés”, (Selye, H.1978), Laborit con su teoría de la “inhibición de la acción” (Laborit, H.1979) o el propio Carballo con la “urdimbre afectiva” (Carballo, R.1952, 1984)
Dicha concepción energética estimularía en Reich su espíritu curioso y de investigador que le llevaría a adentrarse en algunas ciencias físicas, dando un nombre propio,”orgón” a la energía vital, esencial, vegetativa, que caracteriza la realidad del ser vivo. A la cual ya Paracelso denominara “sustancia sutil”; los alquimistas “spiritus Mundis”; Blondot “rayos N”; Tarusov en 1960 “procesos energéticos plasmáticos”; Adamenko basándose en la cámara “kirlian”, que supuestamente fotografiaba “el aura”, afirmó que hay un cuarto estado de la materia que es el “plasma” y otros investigadores rusos se referirán al “bioplasma”. De hecho actualmente se está investigando en Estados Unidos un detector para los aeropuertos basados en esta energía (¿orgónica?).Asimismo se sabe que el universo está lleno de una radiación, de un flujo energético (antes se pensaba que estaba vacío), se habla de la “energía del punto cero”(P.Yam,1998)… Reminiscencias, tal vez, de un saber presente en todas las sabidurías orientales, descrito como “Ch’i”, “Prana”,”kundalini”, A’kinan” o “Maná”, en el que Reich también se vio involucrado al observar y sentir esta “realidad intangible”.[1]
No soy especialista en el tema ni tampoco es este un espacio para tratarlo más a fondo.[2] Pero sí quería reseñarlo porque para los profesionales que trabajamos con la psicoterapia caracteroanalítica son cosas que vemos y sentimos todos los días, y que de alguna manera hay que nombrar, aún a riesgo de “pecar de hereje”.
Retomando el hilo, las investigaciones realizadas por Reich en Noruega fundamentaron racionalmente sus observaciones clínicas lo que le motivó a poner un nombre propio a su trabajo clínico, que definió como “Vegetoterapia caracteroanalítica” (posteriormente “orgonterapia”) y donde se está refiriendo a una “terapia del Vegetativo” (que no vegetariana, como me han preguntado en ocasiones).
En este sentido sólo quiero recordar que el sistema nervioso vegetativo,S.N.V. ( Muller,1937; Pi Suñer,1947) también llamado “autónomo”, regula las funciones de los órganos vitales( funciones cardiacas, renales, digestivas,…), las funciones básicas de la vida en los seres más complejos, como es la temperatura, la respiración, el flujo hormonal…y también ,a través del sistema hipotalámico-hipofisario es el canalizador de los instintos y el regulador de los procesos emocionales y de los estados de ánimo ( del “alma”). Mientras que el Sistema Nervioso Central,S.N.C. se ocupa principalmente del desarrollo de las funciones corticales, racionales, intelectuales, sensitivas y perceptivas.
Ambos sistemas (SNV y SNC) se interrelacionan a través del sistema diencefálico (hipotalámico -hipofisario) y también del sistema inmunológico.
Esta perspectiva intersistémica se hace más interesante en lo que respecta al estudio de los trastornos psicosomáticos con las investigaciones sobre los neuropépticos descubiertos por Candace Pert (Capra, F.1996) hace unos años.
Al tomar como referencia aspectos que corresponden a otras disciplinas, W. Reich empieza a realizar una psicoterapia compleja,con todos los retos y riesgos que ello implica.
En ese período inicial, W. Reich, en un texto publicado con el pseudónimo de Walter Frank (sin mencionar aquello que era propio del setting analítico, incluido el hecho de estar tumbado en el diván, porque ya lo daba por conocido) describiría la práctica de la Vegetoterapia en cuatro fases:
“a) localizar las actitudes musculares propias, que son la expresión somática del carácter del individuo…
b) que el paciente sienta esas tensiones, experimentando su propio cuerpo…Lo cual implica tomar contacto con sus sensaciones organísmicas
c) Disolver dichas tensiones, para lo cual se necesita infinita paciencia, asistiendo al fenómeno de la abreacción (emergencia del recuerdo del afecto)….si bien no siempre dará el resultado esperado por lo que tendremos que recurrir al análisis de las resistencias somáticas, tal como lo hacemos con las resistencias psíquicas. Para ello, entre otras cosas, intentaremos restablecer la respiración normal, profunda y libre, lo que puede provocar episodios de fuerte angustia en el paciente
d) “…al liberar la función respiratoria y desbloquear las paredes abdominales, aparecerán impulsos diafragmáticos que irán asociadas con el tiempo a sensaciones de corriente por todo el cuerpo, cosquillas, calor, estremecimiento, sintiendo el cuerpo como algo vivo hasta que en alguna sesión ese impulso toma tanta fuerza que, junto a una respiración profunda espontánea, toda la musculatura del cuerpo desarrolla movimientos expansivos ,incluida la pelvis, recordando la respuesta muscular que se vive en la experiencia orgástica…el paciente ,por tanto, permite que se produzca el reflejo del orgasmo, que será por tanto la expresión de la descarga máxima de energía vegetativa para lo que se requiere una reducción de la consciencia, sin llegar a perderse…”
(Walter, F. 1942) En ese mismo texto Reich, intentando dejar claro que su trabajo no pretende la desinhibición sexual caótica, ni el gobierno de los impulsos sobre la razón, que eran supuestos y objeciones que se hacían en aquella época a su trabajo, señala que “realmente la vegetoterapia lo que intenta es liberar a las personas de sus inhibiciones inconscientes desvitalizantes liberando sus energías vegetativas y sexuales, para que estén completamente a su disposición cuando la situación lo requiera y el individuo lo desee, pero solo entonces….No es el instinto o la energía en libre circulación lo que convierte a la persona en neurótico o en criminal” (Walter, F., 1942)
Durante algún tiempo Reich se referirá a la teoría que sustenta la Vegetoterapia como “economía sexual”, porque en el fondo el objetivo es conseguir un equilibrio libidinal en función de la realidad de cada paciente. Lo que denomina “reflejo del orgasmo” se convierte en una referencia de la evolución positiva del proceso terapéutico, con todos los riesgos que ello implica, porque el paciente puede tomarlo como un objetivo genérico y posible y convertirse en una resistencia,cosa que tiene que desvelar y analizar ,para que pueda vivir su proceso, no lo que “imagina” que es “el proceso”.
Por ello, previniendo este riesgo siendo conscientes al mismo tiempo de que se consigue solo en algunas ocasiones, puede ser una medida “objetiva” porque nos está indicando que “el proceso de desmembramiento defensivo se ha producido y eso implica que el paciente tendrá más arraigo, más confianza, seguridad recuperando su capacidad de placer, de amar (orgástica) y de concentración y creatividad en su trabajo” (Walter, F.1942)
Otro factor muy importante Para Reich es la importancia que tiene que dar el psicoterapeuta al presente, a la vida actual del paciente.Por dos motivos principales:
a) por un lado, algunas situaciones que esté viviendo el paciente pueden influir determinantemente en el proceso psicoterapéutico (muertes o enfermedades de personas queridas, conflictos laborales, crisis de pareja…) por lo que se deben abordar en las sesiones
b) por otro, ciertos conflictos que están produciéndose en el espacio clínico y que generan emociones que el paciente inconscientemente no deja emerger, pueden desplazarse hacia determinadas personas de su entorno cotidiano y experimentar dinámicas emocionales que no tienen una relación directa con lo que está sucediendo. Por ejemplo, la rabia contenida puede desplazarse de forma “irracional” hacia sus alumnos o compañeros de trabajo sin que haya motivos “objetivos” para ello, generándole problemas. Que se pueden prevenir si se detectan y se abordan en el espacio clínico, siendo al mismo tiempo un aliciente para la buena marcha del proceso.
Otro aspecto importante que deja claro en este artículo es que “Vegetoterapia y análisis caracterial van tomados de la mano”, de ahí la unión de ambos conceptos en la denominación de su praxis clínica. Insistiendo en que exige un setting “profundo”: “varios centenares de horas”, con mucha paciencia y con mucho cuidado. Porque si el desvelamiento de las defensas psíquicas conlleva en la mayoría de los casos reacciones adversas y peligrosas, cuando además se están desmembrando defensas somáticas, el peligro se agrava. De ahí la necesidad de seguir unas leyes clínicas que se fueron desvelando con la práctica.
Entre ellas:
-Abordar el desmembramiento de tensiones y defensas del segmento primero u ocular al séptimo o pélvico,lo que se conoce como : “intervención cefalocaudal”. -No forzar el ritmo del cuerpo del paciente. Utilizando técnicas “suaves” para ir disolviendo las tensiones musculares, de la más superficial a la más profunda, al igual que se hace con la intervención frente a las resistencias psíquicas. A sabiendas de que los objetivos clínicos no pueden ser genéricos, sino adaptados a las particularidades históricas y actuales de cada persona.
En la actualidad la Vegetoterapia Caracteroanalítica se utiliza en muchos lugares del mundo. Hay algunas diferencias entre determinadas escuelas que la representan, pero todas parten de postulados teóricos similares (“paradigma reichiano” u “Orgonomía”) y de bastantes puntos comunes. Existe un colectivo que agrupa a la mayoría de estas escuelas de Europa y Latinoamérica, que se denomina “International Federation Orgonomic College’s (IFOC), y que históricamente se desarrolla dentro de la S.E.OR.
En cuanto matriz histórica de las llamadas “psicoterapias corporales”, también tiene puntos comunes, más con unas que con otras, pero es un modelo de psicoterapia con una identidad propia. Concretamente, en los equipos clínicos de la ES.TE.R. denominamos al setting profundo de la psicoterapia caracteroanalítica: “Vegetoterapia Caracteroanalítica Estructural” (V.C.E.) en cuya praxis se desarrollan los aspectos ya expuestos en este apartado junto a las particularidades que expongo a continuación de forma sintetizada:[3]
–Situamos sus fundamentos teóricos en el definido por W. Reich como “funcionalismo orgonómico” al cual se refiere F. Capra como “un sistema filosófico con una gran similitud al nuevo paradigma científico, por definición Ecológico” (Capra, 1996). En ese sentido actualmente utilizamos el término “ecología de los sistemas humanos”, cuyo objetivo principal es investigar y aplicar las leyes que permiten desarrollar una armonía y un equilibrio funcional en la trama intersistémica del ser vivo, en nuestro caso aplicado a los sistemas humanos. Pensamos que la psicoterapia, y dentro de ella nuestro modelo clínico, puede contribuir a ello.
–Antes de empezar el proceso psicoterapéutico realizamos un par de sesiones de evaluación y diagnóstico (individual, o a la pareja-familia en caso de que el trastorno sea “sistémico”), tomando como referencia el D.I.D.E. (diagnóstico Inicial Diferencial Estructural), para aproximarnos a conocer la Estructura del paciente y / o del sistema, y consecuentemente el modelo psicoterapéutico más adecuado (Serrano, 1990, C). En el caso de que el nuestro sea válido decidimos el tipo de encuadre que requiere (breve o profundo) y otros aspectos propios previos al establecimiento del “contrato terapéutico”, como la combinación de la psicoterapia individual con sesiones de pareja con otro especialista, o la petición de análisis clínicos en los casos que sea necesario. Con los pacientes en crisis la atención clínica es inmediata utilizando un abordaje específico, como veremos posteriormente.
–Si la propuesta de realizar un proceso profundo, aconsejado por el especialista, es aceptada por el paciente, se establece el contrato terapéutico entre el paciente y el especialista asignado-elegido, y se comienzan las sesiones clínicas.
–El proceso con la V.C.E. va a estar condicionado a todos los niveles por la Estructura de la persona (de ahí el término “diferencial”) y por los aspectos propios que se articulan en cada una de las tres fases diferenciadas que tiene este proceso.
–En función de la Estructura del paciente (Adaptativa-Neurótica; Nuclear-Fronteriza; Mimética-Psicótica) modularemos la relación terapéutica, sintonizando nuestra posición con el paciente a través de la empatía y de las referencias clínicas estructurales.
En el caso de personas con la primera Estructura nuestra posición va a ser más formal y neutral con escasas intervenciones o aclaraciones “pedagógicas”, acercándonos a la forma de estar del psicoterapeuta en el modelo psicoanalítico clásico en cuanto que la persona tiene condiciones para experimentar la “neurosis de transferencia”, siendo la fase más delicada la tercera y última ( reactivación de dinámicas edípicas junto con el trabajo del 5º al séptimo segmento).
En el segundo caso , la fase más importante va a ser la primera , en cuanto el riesgo de “fuga terapéutica” es grande por su impronta narcisística. Por ello es muy importante modular una posición más “pedagógica”, más cortical e implicativa centrando el foco de atención de la primera fase en situaciones actuales, a través de las cuales se pueda ir haciendo un ligero análisis caracterial pero suficiente para establecer la “alianza terapéutica”(Zetzel-greenson,1967) necesaria para garantizar la continuidad del proceso.
Por último en el tercer caso desde el principio se debe articular un espacio clínico “matriz”, a través del cual se pueda establecer una dinámica vincular (“vínculo transferencial o “psicosis transferencial”,según Searles) donde la persona se sienta protegida y acompañada pero no invalidada ni infantilizada, posición que podríamos denominar de “maternage” y que no es recomendable, por la dependencia tan fuerte que se crea con el terapeuta , con su consiguiente idealización, que conlleva el riesgo de introyectar un espacio donde querer compensar su carencia primitiva ontogénica, su vacío “original” imaginando un espacio clínico que no es el real, yatrogenizando su proceso.
–Empleamos la sistemática que F. Navarro desarrolló ,con las aportaciones de otros colegas, para desarticular la suma de defensas musculares crónicas organizadas a lo largo de nuestra historia “realizando el paciente acciones musculares específicas (“actings”) que provocan reacciones neurovegetativas emocionales capaces de reestructurara la sana psicoafectividad que ha sido puesta en conflicto desde el nacimiento del individuo, dentro de un espacio( setting) y de una relación terapéutica “(Navarro,1990). Siguiendo el proceso céfalocaudal que sugería Reich, es decir abordando inicialmente las defensas del primer segmento neuromuscular (ocular) hacia el séptimo y último (pélvico).
Un segmento está formado por los músculos anteriores y posteriores del cuerpo que fueron los ejecutores de las acciones motrices y expresivas primordiales a lo largo de nuestra historia y esenciales para el proceso de maduración humano (ontogénesis). Su formación es cronológica (Pinuaga-Serrano, 1997).Así el primer segmento está formado por la musculatura vinculada a los telerreceptores, algunos de ellos maduros ya desde la vida intrauterina. El segundo por los músculos de los labios, mandíbula y zona occipital que fueron los ejecutores de las funciones “orales “, y así sucesivamente hasta el segmento pélvico que está formado por la musculatura que permite la función genital y el encuentro afectivo-sexual con el otro, así como el arraigo en el mundo: la “potencia” (diferente al poder).
Las características principales de esta sistemática son:
– Permite ir desarticulando las defensas musculares al facilitar dinámicas abreactorias (expresiones emocionales que han estado reprimidas, acompañadas, en algunas ocasiones, de recuerdos) siguiendo un hilo conductor, un orden que sirve de guía clara y segura al profesional y repercute favorablemente en el paciente. Sería como una “arqueología del cuerpo”, utilizando la expresión de un colega, en cuanto vamos “accediendo a lo reprimido a partir de la expresión afectiva” (Gonzalvez L, 1999) siendo la llave el “acting neuromuscular” repetido un determinado número de sesiones y combinado con otros para crear una secuencia ordenada y coherente a través de un recorrido céfalocaudal, reflejo cronológico de nuestra historia. Mi colega M. Redón los define como”homeobióticos”, porque son movimientos a pequeñas dosis que en su día fueron vitales. [4]
-El paciente reproduce estos actings de forma secuencial: generalmente ,tres actings en cada sesión. Lo que va unificando segmentos y paralizando procesos defensivos reactivos. Porque al igual que observamos en la psicoterapia psicoanalítica como surgen ciertas defensas psíquicas y resistencias como reacción a ciertos señalamientos o confrontaciones analítica, también lo observamos frente a la reproducción de ciertos actings o de algunas de sus secuencias. Provocando aburrimiento, dolor muscular, o “catarsis histeriformes” (Serrano, 1984, b), es decir explosiones emocionales desorganizadas e impulsivas con el objetivo de rebajar la presión que podría provocar una abreacción funcional.
-El análisis sistemático de estas respuestas reactivas defensivas o resistencias ,junto al “análisis caracterológico del acting”, es decir de la forma peculiar con que cada persona, en función de su rasgo predominante realiza esos movimientos (de forma ritualística en el caso del compulsivo , disperso en el caso del histérico…) permite un análisis del carácter radical porque abordamos desde la misma óptica sus variopintas manifestaciones ( en su vida actual, en su historia, en la relación terapéutica, en la forma de hacer los actings…).Por ello solo sugerimos la forma de hacer el acting, no lo mostramos, ni lo representamos. De esa forma respetamos la espontaneidad de la acción que permite que se muestre el carácter, y por tanto su desvelamiento.
–La sistemática y la elaboración analítica estará en función de las Estructuras y no se realizan de forma genérica.
–Utilizando esta sistemática de Navarro, no es necesario “invadir” el cuerpo del paciente a través de masajes o fuertes presiones sobre sus músculos o su respiración, como ocurre en otros modelos. En nuestro caso ,el paciente reproduciendo los actings de forma activa y consciente, a través del ritmo que le va permitiendo su “yo”,en base a la progresiva reducción del miedo y la consiguiente fortaleza organísmica y bioenergética, va experimentando y encontrándose con sus emociones reprimidas: tristezas, rabias, odios, anhelos, deseos…al mismo tiempo que va articulando su historia y comprendiendo la lógica de su comportamiento actual, de su forma de percibir, de comunicar, de vivir , al conocer su carácter .Para desde ahí, ir viendo como es su propio cuerpo quien ya no reconoce como propio ese comportamiento y va modificando sus pautas a todos los niveles, desde el cognitivo hasta el sexual.
— Esto implica una integración del córtex (razón),el sistema límbico (emoción) y el sistema reptiliano ( instintos), así como un equilibrio en el funcionamiento del sistema nervioso vegetativo recuperando la capacidad de sentir ,de amar pero también de comprometerse y de implicarse responsablemente en los procesos sociales y vitales, porque forma parte de sus necesidades vitales ya recuperadas.
— Para potenciar la recuperación de las particularidades sociales humanas frenadas por el miedo y la “paranoia” introducimos el “grupo terapéutico” como herramienta convergente del proceso individual. Paranoia, grabada a fuego en nuestra piel desde que nacemos violentamente, forzando el desgarro de nuestros pulmones, nuestros sentidos y desterrándonos al separarnos violentamente de nuestro “yo” ( cuerpo materno) durante una eternidad minutos, horas, pero que para la percepción de un recién nacido pueden ser como años para un adulto. Lo que se afianza durante las tortuosas o carentes relaciones afectivas con los pechos y la piel de nuestra madre y el cuerpo de nuestro padre, y que se consolida definitivamente viviendo en una sociedad amenazante y donde difícilmente cabe la espontaneidad. Definitivamente y para siempre llevaremos la huella de la paranoia en nuestra piel, fruto de un mundo violento, insensible y amenazador, que paradójicamente creamos nosotros mismos.
–Esta sistemática grupal de propia elaboración con ayuda de algunos colegas (Serrano 1990 d) tiene una duración de dos años con una sesión mensual de 4 horas, siendo todos sus participantes pacientes en Vegetoterapia, preferiblemente de colegas distintos a los propios coterapeutas de grupo. Durante ese tiempo se va creando una matriz social que permite experimentar todos los procesos sociales que participan en la configuración del carácter y por tanto de nuestra coraza, para poder ir cambiándolos con la ayuda de los miembros del grupo, aplicando las leyes de la”ecología” al sistema grupal.
–En determinados momentos, para facilitar abreacciones u otras situaciones funcionales, abordamos el cuerpo del paciente con determinadas técnicas manuales, siempre de forma puntual excepto en persona con Estructura Mimética-Psicótica que se utiliza en más ocasiones. Con la misma lógica clínica abordamos aspectos existenciales (sentido de la vida, el miedo a la muerte, el destino…) en ocasiones con connotaciones “trascendentales” (sensación de “comunión” con la naturaleza, entrega amorosa a la pareja, placer vincular con los hijos…) cuando, en determinados momentos que aumenta la pulsación vegetativa, la expansión interna, se crean estados de cierta “alteración de la conciencia”, que es necesario comunicar e integrar en el espacio clínico.
–Los sueños y otras experiencias oníricas se tienen presentes tanto como señales que ayudan al “diagnóstico permanente” que realizamos durante el proceso, tomando más presencia y funcionalidad en la última fase del proceso, así como en la Estructura mimética-psicótica (Baker,1969)
–En esta evaluación constante, que implica una empatía y una interacción energética entre paciente y terapeuta, las propias sensaciones y estados emocionales o procesos cognitivos que experimenta el psicoterapeuta con cada paciente (contratransferencia general) son una de las variables fundamentales. Pero para que el uso sea correcto su organismo tiene que tener esa capacidad de modulación y eso viene facilitado por la propia experiencia en el “diván reichiano”, con su propio análisis personal, como paciente, porque todos tenemos nuestro carácter y por tanto nuestra “neurosis”. Dentro de nuestra formación ese pasaje por el diván es el elemento fundamental, junto a las supervisiones y seminarios de casos clínicos, que se complementa con los cursos teóricos y clínicos.
Estas variables necesarias para la formación de la V.C.E. en nuestra escuela, permiten prevenir, en gran medida, las posibles reacciones “contratransferenciales negativas” (Racker, 1969 – Reich 1949 c) donde el psicoterapeuta tiene “puntos ciegos” que le impiden sentir la realidad con el paciente o en algunos momentos le hacen sentirla de forma distorsionada.
Setting o encuadre de la Vegetoterapia Caracteroanalítica Estructural
“Todo lo descrito anteriormente se desarrolla dentro de un marco clínico que es, realmente, lo que garantiza el desarrollo del proceso y la eficacia en la consecución de sus objetivos.
Veamos cuales son sus variables principales:
— dentro del espacio terapéutico, se acuerdan las condiciones coyunturales del proceso a través del llamado contrato terapéutico, a sabiendas de que será en las primeras sesiones donde se confirmará la decisión, y siendo por tanto sesiones abiertas a cambios de terapeuta o de modelo terapéutico. Dicho contrato se establecerá en base a criterios de “analizabilidad” y al diagnóstico diferencial. Teniendo presente que las sesiones individuales son de 45 -50 minutos, pudiendo unir dos sesiones (1,30 h.) si se ve conveniente. Y que, en general, el mínimo necesario es de 6 sesiones mensuales (pudiendo realizarse de forma sencilla o doble) repartidas a lo largo del mes, aconsejando 8 sesiones mensuales, al menos durante los primeros meses de tratamiento.
— Los honorarios acordados entre el paciente y el terapeuta forman parte del contrato terapéutico y por tanto es secreto profesional. El terapeuta planteará su propuesta económica tomando como referencia la del colectivo profesional al que pertenezca y aplicándola a cada caso en particular. Una vez ultimados los honorarios por sesión o la cuota mensual, se deberá respetar el acuerdo, pudiendo modificarse revisando el contrato y con una nueva resolución común. Una característica de la profesión del psicoterapeuta es que si el paciente no avisa con, al menos tres días de antelación, la sesión debe abonarla (excepto casos particulares), porque son tiempos reservados por el terapeuta para el paciente y fijados con antelación.
–Como psicoterapia profunda en la Vegetoterapia hay un pronóstico, pero no se puede predecir exactamente su duración. Existe una referencia estadística de una media de 350 sesiones individuales y un grupo de dos años en las personas con Estructura Adaptativa o de Carácter Neurótica. En el resto la media es de 450 sesiones.
–Las sesiones se desarrollan en el llamado “diván reichiano” que sigue la tradición psicoanalítica, pero con variaciones propias. Estas consisten en que el terapeuta está siempre presente y sentado a una pequeña distancia del paciente, quien generalmente, se colocará tumbado en decúbito supino pero con las piernas dobladas, los ojos abiertos y el cuerpo relajado y visible. Ya que los cambios musculares y vegetativos que se producen durante la sesión se manifiestan en el cuerpo del paciente y el terapeuta debe poder observarlos. Conscientes de que esta es una variable peculiar, poco corriente culturalmente hablando, habrá de tenerse en cuenta (posibilidad de utilizar bañador, bikini o ropa interior), para no violentar la intimidad al facilitar la alianza de trabajo, el contrato inicial y las dinámicas transferenciales.
–Durante la sesión, junto a las verbalizaciones, espacios de análisis caracterial y de elaboración, el paciente realizará movimientos neuromusculares conscientes indicados por el terapeuta con una duración de unos 12-20 minutos. Estos siempre serán descritos de una forma genérica, nunca concreta ni modélica, para facilitar que su reproducción sea dentro de la línea de la libre asociación, y por tanto, como respuesta espontánea que permita al terapeuta vincularla con algunos de sus aspectos caracteriales.
–Al ser un proceso, durante las verbalizaciones los temas se abordarán dentro de una dinámica analítica evitando consejos, aseveraciones o sugerencias inductivas.
–Cuando sea necesaria la introducción de herramientas convergentes para facilitar el desarrollo del proceso se hará fuera del tiempo propio de la sesión de vegetoterapia. Con relación al uso de las herramientas convergentes será conveniente que sea otro profesional especializado quien las realice y controle, dentro del propio marco clínico de dicha especialidad, que incluye sus particulares tiempos y honorarios, si bien los emergentes que aparezcan durante el uso de las mismas deberán elaborarse dentro del marco clínico de la vegetoterapia.
–El espacio terapéutico grupal, dentro de la sistemática es también para nosotros una herramienta convergente y esto condiciona su empleo. En este sentido las sesiones de grupo comienzan, de forma similar a cualquier otra herramienta convergente, cuando el terapeuta individual, al considerarlo adecuado desde el punto de vista clínico, se lo proponga al paciente y este lo asuma como parte del contrato terapéutico.Como ya hemos dicho l a duración del grupo de Vegetoterapia es de dos años con una sesión mensual de cuatro horas. El grupo estará coordinado por dos terapeutas de distinto género y sin que existan entre ellos lazos familiares ni afectivos significativos. En algunos grupos podrá incluirse la presencia de un terapeuta observador, con una función distinta a la de los coterapeutas.
–Asimismo la derivación de forma puntual a otro terapeuta del equipo se considera una herramienta convergente, y por tanto, su objetivo será el de facilitar el proceso individual. El terapeuta que recoge la derivación deberá actuar de forma coordinada respetando el objetivo clínico, y la demanda y encuadre del anterior terapeuta.
–Las técnicas convergentes empleadas que aun pertenezcan al campo de la investigación deberán estar avaladas por el supervisor y por el equipo clínico. En estos casos el terapeuta deberá proponer al paciente los motivos de su realización y este aceptar voluntariamente su uso, a sabiendas de que es una técnica en investigación, modificando el encuadre y las tarifas económicas. En función de la propuesta, algunas de las técnicas empleadas que estén en investigación podrán ser gratuitas o se pedirá una cuota simbólica.
–Si durante el proceso individual se ve necesario un trabajo focal de terapia de pareja o de familia, siempre se derivará a otro terapeuta especializado. Asimismo si la pareja o familiares del paciente demandan atención clínica el proceso terapéutico será asumido por otro terapeuta del equipo clínico.
–Para preservar la intimidad y la particularidad del espacio clínico se evitará el contacto personal entre paciente y terapeuta, incluso de sus familiares fuera de las sesiones ,así como compartir espacios públicos asiduos ( gimnasios, academias, escuelas…) o aquellos que impliquen interacción personal ( cursos, talleres, experiencias de crecimiento personal o espiritual…)
–Durante el proceso, las pulsiones y emociones (tristeza, rabia, excitación sexual…) que el terapeuta pueda sentir a partir de reacciones o manifestaciones del paciente, se situarán dentro de la dinámica contratransferencial teniendo su función dentro del proceso, pero se evitará la manifestación de las mismas para no perturbar el proceso del paciente. Y si éstas fueran muy fuertes y periódicas el terapeuta consultará con su supervisor, terapeuta “ad-vitam “[5]o equipo clínico para evaluar si existe una implicación personal excesiva, que pueda dificultar la funcionalidad del proceso. Y, en tal caso, si no se resuelve de otra forma, se plantearía la derivación a otro terapeuta lo antes posible y de la forma que se considere más adecuada.
Tomando como referencia las variables clínicas de este encuadre profundo, (V.C.E.) se organiza el setting breve (P.B.C.), siendo sus objetivos, coherentemente, más limitados.
4.4. OBJETIVOS DE LA PSICOTERAPIA BREVE CARACTEROANALITICA(PBC)
Con la P.B.C.,si bien no podemos plantearnos cambios estructurales ni profundos, si que intentamos palíar el sufrimiento psíquico y emocional, que en muchas ocasiones implica también un sufrimiento físico.Para ello flexibilizamos algunos rasgos de carácter y /o fortalecemos otros, para que el paciente recupere el “equilibrio” de su coraza caracterial siendo más capaz de gestionar sus defensas y sus recursos, teniendo presente algunas de sus necesidades “yoicas” al mismo tiempo que es más consciente de sus trampas defensivas y de la lógica de su sintomatología.Lo que supone la recuperación de una cierta estabilidad emocional, una reducción del distrés y un mayor bienestar vital.
Si la sintomatología clínica la presenta una persona con Estructura de Carácter Neurótica-Adaptativa ( específicamente: estados de ansiedad, estados de angustia con molestias físicas como cefaleas, colón irritable, trastornos respiratorios, etc.; trastornos sexuales, trastornos obsesivos, estados depresivos, anorexia, bulimia, trastornos del sueño, estrés postraumático, etc.) las probabilidades de erradicación serán de un 80%.
Del resto, un 10% se deberá o bien a una relación terapéutica fallida , donde no se ha creado la complicidad y alianza de trabajo adecuada o a una ingerencia del profesional, y el restante 10 % se deberán a factores sociales que limitan o impiden la fluidez del proceso (influencias de familiares, presiones afectivas de su pareja, presiones económicas…)
La sintomatología clínica que presentan las personas con una Estructura Nuclear-Fronteriza ( principalmente:estados depresivos, delirios persecutorios, trastornos obsesivo-compulsivos, ludopatía, drogodependencia, violencia impulsiva ,duelo patógeno, falta de deseo sexual, eyaculación precoz o trastornos orgánicos diagnosticados como funcionales o psicógenos ), es compleja y su etiología suele ser una manifestación de una crisis de identidad o de un desmoronamiento del sistema defensivo que deja al descubierto su débil núcleo yoico, lo cual suele ir acompañado de una debilidad del sistema inmunitario, de dinámicas depresivas y de una fuerte falta de contacto con su problemática personal por lo que ningún abordaje focal suele ser útil en estos casos, como tampoco lo es, en este contexto, la PBC. De hecho las remisiones sintomáticas suelen ser bajas, de un 30 % .Pero, como veremos más adelante, la PBC les facilita ,por una parte, un reblandecimiento de su defensa narcisista que permite reconocer los aspectos intrapsíquicos que están influyendo en su enfermedad y por tanto estar más receptivos para realizar una psicoterapia profunda, (coincidiendo en este sentido con Braier), que es lo que realmente necesitan cuando emerge la crisis en estas Estructuras y por otra, reducir su disociación psicosomática, adquiriendo conciencia de la enfermedad, reduciendo su miedo a la crisis y, en consecuencia, también su nivel de distrés y de tensión muscular.
En el caso de personas con una Estructura Psicótica-Mimética, la sintomatología que suelen presentar (crisis de pánico, fobias, estados de angustia acompañados de confusión y vacío existencial con ideas o intento de suicidio ,trastornos alimentarios -anorexia, bulimia-, adicción al sexo, drogodependencias , estados crepusculares acompañados de actitudes sexuales provocativas y exultantes, depresión postparto, delirios persecutorios, celotipias ) puede remitir o, al menos perder parte de su gravedad, tanto en el período de atención en crisis como en las sesiones posteriores de acompañamiento terapéutico pero sólo en el caso de que se produzca una fuerte empatía entre paciente y psicoterapeuta. Porque solo en esos casos el espacio terapéutico ejerce la función de envoltura psíquica, de útero secundario, conteniendo, en cierta medida, el proceso de fragmentación yoica que viven esas personas en los momentos de crisis y que se refleja en la sintomatología que presentan. Es por tanto, en esta Estructura, la forma en que se establece la relación terapéutica lo que va a condicionar el desarrollo de los acontecimientos. Con la paradoja de que, al ser un encuadre breve, tendremos que utilizar esa receptividad y disponibilidad inicial del paciente para amplíar el espacio clínico a espacios amicales o sociales que puedan ejercer una función similar a la descrita.
De ahí la importancia de los servicios sociales en este tipo de abordajes así como la necesidad de trabajar de forma interdisciplinaria con un equipo donde se pueda dar una atención psicofarmacológica y funcional lo menos yatrogenizante posible, una atención psicosocial con laborterapia, terapia de grupo, atención familiar, etc. y un espacio psicoterapeútico que sería el eje en torno al que girarían el resto de herramientas clínicas y cuya función sería la de acompañar al paciente en su proceso de estabilidad. Por tanto se trata de un encuadre particular, tanto en el número de sesiones como en el tiempo y en las herramientas a utilizar. Más adelante veremos esto con más en detalle.
No tiene sentido hablar de porcentajes para los casos de pacientes con Estructura Psicótica porque, evidentemente, la PBC cumple aquí objetivos distintos al resto de las Estructuras, siendo más bien una aplicación de la sistemática con un encuadre y unas herramientas propias.
En síntesis, vemos que la PBC es una metodología clínica focal que en pocas sesiones (y por tanto de forma económica), con herramientas clínicas suaves y sin efectos secundarios ni yatrogenizaciones, obtiene resultados suficientemente satisfactorios.
Lo cual nos invita a pensar que tanto por su eficacia como por su economía sería un método clínico que se podría introducir en centros de salud mental y hospitales, resultando mucho más rentable para la seguridad social que un tratamiento farmacológico cualquiera (teniendo en cuenta el coste del medicamento y el coste del posible tiempo de baja laboral de los pacientes). Eso si, hay que tener muy presente que este método clínico no facilita la adaptación de los pacientes a los mecanismos del sistema social dominante, más bien ayuda a que la persona sea más consciente de las estrategias patologizantes y perversas del sistema social que influyen en el proceso de su enfermedad y de su sufrimiento. Tomando también conciencia de cómo esas estrategias se reflejan en el funcionamiento de sus propios sistemas(familia, escuela, instituciones, empresas) con lo que alimentan, mantienen y reproducen el sistema social patológico. Esta interrelación entre la enfermedad individual y la enfermedad social ya fue descrita por Reich en la década de 1930.
4.5 SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS DE LA P.B.C. CON OTROS MODELOS DE PSICOTERAPIA BREVE Y CON EL SETTING PROFUNDO
Al igual que ocurre en el resto de principales modelos psicoterapéuticos , es una aplicación del abordaje profundo a un encuadre breve y con objetivos limitados y focales.
En el caso de la P.B.C. la referencia es la vegetoterapia caracteroanalítica de W. Reich según la sistemática clínica desarrollada por F. Navarro. Al ser sus objetivos focales, y por tanto limitados, tanto el encuadre como la forma de establecer y analizar la relación terapéutica y también las herramientas que se utilizan serán empleadas de forma diferente al de su matriz de referencia.
Como ya hemos visto anteriormente al referirme a las particularidades del setting en la Vegetoterapia (Serrano, 1994), el final del proceso no lo marca un tiempo definido sino que depende de la consecución de sus objetivos que son de una índole más cualitativa.
En la P.B.C. , el setting refleja sus objetivos focales.Por ello su duración es de entre cuatro y seis meses a una media de tres-cuatro sesiones mensuales y con una duración de 50 minutos por sesión. Durante las sesiones se combina un tiempo donde el paciente y el terapeuta están frente a frente utilizando fundamentalmente dinámicas verbales y otro donde tumbado en el diván , sin modificar su vestimenta , se emplearán realizar actings neuromusculares y otras técnicas psicocorporales con el objetivo de activar dinámicas sensoriales y corticales. Es lo cortical lo que priva sobre lo límbico en la PBC. De hecho no permitimos el asentamiento de transferencias porque analizamos las reacciones transferenciales en cuanto emergen.
Vemos pues que todas estas diferencias vienen motivadas por la coherencia entre objetivos y medios clínicos. Por tanto están reflejando la diferencia de dos abordajes clínicos distintos pero con una teoría y una epistemología clínica comunes.
Para entender mejor las variables que influyen en la elección de un encuadre breve o profundo voy a describir dos casos con un mismo síntoma inicial, en este caso psicosomático: cefaleas
a) Ana, una mujer de 35 años separada hace tres y con un hijo de 6 años. Acude a la consulta porque en la oficina donde trabaja empieza a sentirse muy agobiada y con la sensación de que le cuestionan, de que hablan mal de ella, la marginan y la ven como diferente. Se obsesiona con esas ideas y duerme muy poco, sintiéndose agotada sin capacidad para ocuparse de su hijo. No hay situaciones traumáticas en su biografía. Sexualidad adaptada a la norma, si bien desde que se separó sólo ha tenido aventuras sexuales y no muy satisfactorias sin poder comenzar de nuevo una relación de pareja. Según el D.I.D.E. (Serrano, 1990, b) es una Estructura de Carácter Adaptativa-Neurótica con un carácter masoquista -histérico. Se le han agudizado últimamente dinámicas obsesivas con ciertas tendencias paranoides que vienen acompañadas de una fuerte ansiedad, insatisfacción y estasis sexual, y una clara situación depresiva latente que se mantiene desde la separación de su marido, la cual vivió sorpresiva y resignadamente, al dejar la relación por otra mujer. Junto al insomnio se producen episodios de cefaleas occipitales junto con dolores de cuello y espalda y dismenorrea intensa. En las sesiones se muestra ansiosa, inquieta, con la respiración alterada, sonrisa forzada, evitando el contacto y con manifestaciones victimistas y alarmistas. También presenta una disfunción vegetativa con estreñimiento, cosquilleos en las extremidades y episodios de disnea, e hipertensión en el segmento ocular, cervical y diafragmático. Me transmite una sensación de fuerte contención de tristeza y rabia, pero sin riesgo de despersonalización.
Por su motivación, situación económica y disponibilidad clínica le planteo un encuadre focal con la Psicoterapia Breve Caracteroanalítica, P.B.C. (Serrano, 1992) de 6 meses a una sesión semanal, con un buen pronóstico.
En las primeras sesiones donde va recordando su separación y el estado emocional que le produjo, la cefalea y el insomnio aumentan. En la cuarta sesión, durante la investigación verbal de su biografía, aspectos sexuales y de relaciones objetales, habla de la presencia ausente del padre y la obsesividad de la madre. Usando técnicas musculares (actings) se coloca con la boca abierta brazos en alto y mirando un punto en el techo. Al cuarto minuto, de forma involuntaria empieza a llorar, arquear las cejas y fruncir la frente. Le animo a que se abandone a la sensación, que tome conciencia de que está protegida, y surge el llanto con mucha fuerza y de forma desbordante. Al terminar me contará que vio con mucha claridad a su padre que se iba con su hermano a hacer deporte y ella se quedaba en casa porque ella era una chica, lo asoció al comportamiento de su ex marido que prefería salir con sus amigos a salir con ella porque alguien tenía que estar con el niño. Su emoción era de tristeza. En las siguientes sesiones los dolores de cabeza aumentaron en la duración, periodicidad e intensidad. La tristeza fue en aumento y tomó conciencia del dolor tan fuerte que le había provocado la separación de su marido, de cómo se había quedado bloqueada y aturdida. También fue viendo cómo en el trabajo proyectaba su propia sensación de vulnerabilidad y de torpeza, siendo ella la que realmente se sentía así. También vimos como esa sensación la tenía en la terapia conmigo. Eso nos permitió profundizar en la elaboración de estas asociaciones a través de la llamada “circulación triangular” (Serrano 1992).
Estuvo unos días de baja laboral y se fue recuperando energética y emocionalmente. Poco a poco fue también asumiendo la evitación de la agresividad por miedo a ser rechazada del todo y al papel superficial que tenía su componente masoquista .En la décima sesión dentro del trabajo muscular se colocó con la cabeza y el cuello fuera del diván, colgando, y con las piernas dobladas. Su respiración empezó a aumentar de forma involuntaria y empezó a tener miedo. Comenzó a gritar. Se sentía sola y muy débil. En la elaboración verbal fue tomando conciencia de que los otros le habían hecho sentirse vulnerable para que fuera dócil y sumisa como en el trabajo y en la relación con su ex marido y empezó a sentir rabia con más claridad. Le animo a que tumbada en el diván levante los brazos y con los brazos bien rectos vaya golpeando el colchón al mismo tiempo que dice la palabra ¡YO,YO…!!! Al principio se siente ridícula, pero después comienza a gritar fuerte y a golpear con mucha potencia y rabia, abriendo bien los ojos y con una respiración suelta y temporalmente libre. A los 7 minutos, al final del acting, me cuenta que sintió claramente que no estaba dispuesta a dejarse llevar por las opiniones de los demás ni por los juicios de nadie, ni de su padre, ni de su ex marido ni de sus compañeros de trabajo, que estaba cansada de no vivir por miedo.
Estuvimos dos sesiones más trabajando esta secuencia de actings durante la sesión, y posteriormente introduje el acting de mirar alrededor del cuerpo con un movimiento circular abriendo bien los ojos. Este movimiento que al principio de la terapia le resultaba dolorosa, finalizando le resultaba agradable y relajante. Recuperó el sueño, desaparecieron los dolores de cabeza y volvió a sentirse alegre y con capacidad de trabajo y de estar con su hijo, comenzando a disfrutar más con su cuerpo, a masturbarse y a salir con las amigas con más libertad. Terminó el tratamiento en el tiempo acordado y cubriendo los objetivos marcados, durante los 8 meses de seguimiento posterior (una sesión cada dos meses) no apareció ninguno de sus síntomas principales, pero se mantenía la ansiedad siendo consciente de sus límites personales .Al año tuvo un ascenso en el trabajo y se planteó retomar su trabajo personal con una terapia profunda, eligiendo la Vegetoterapia.
Vemos en este caso como un trabajo focal tiene resultado por el tipo de Estructura que es y porque claramente sus síntomas se deben a una reactivación somática de su estado de estrés interno y de contención emocional que provocaban la tensión cefálica. Sus síntomas eran consecuencia de conflictos relacionales y de una agudización de su componente masoquista-compulsivo en el momento de la separación que bloquea la vivencia del duelo y de la rabia fruto del desengaño y del desamor poniéndose en marcha los mecanismos de la “inhibición de la acción” y de la “coraza muscular”
b) El otro caso es el de Isabel, de 30 años, bióloga. Su demanda terapéutica es consecuencia de un conflicto muy fuerte en su trabajo con su jefe, que la bloquea y la sumerge en una fuerte depresión. Desde la adolescencia tiene fuertes dolores de cabeza occipitales y frontales, combinando migrañas y hemicráneas. El D.I.D.E. refleja una Estructura Fronteriza cuyo núcleo es depresivo-psicótico y su cobertura caracterial masoquista-fálica.
Las relaciones afectivas históricas (objetales) eran muy sufrientes, con un fuerte estrés postnatal, ausencia de la madre y un padre autoritario y distante. El miedo estaba vinculado a su núcleo y era la base de toda su problemática que iba acompañada de una fuerte hipertensión ocular y oral y una hipotonía diafragmática y respiratoria consecuencia del bajo nivel de pulsación vital u orgonótica. Con este diagnóstico el síntoma era la punta del iceberg de toda una conflictiva relacional nuclear de imposible resolución con un trabajo terapéutico focal, por lo que se le aconsejó desde el principio una Vegetoterapia Caracteroanalítica (V.C.). Las cefaleas no desaparecieron hasta el segundo año de trabajo cuando se fueron reblandeciendo los dos primeros segmentos y aumentando el nivel de carga energética, y por tanto reduciendo su miedo nuclear. Y se reactivaba cada vez que su estructura no soportaba el conflicto emergente. Por ello, en muchas ocasiones los síntomas deben de ser una referencia para el terapeuta que le ayuda a saber adecuar el ritmo del proceso terapéutico a cada persona.
En base a estos dos ejemplos vemos como un síntoma, en muchas ocasiones, está reflejando significados distintos, que exigen encuadres clínicos diferentes, y por tanto no podemos generalizar la posible etiología de un síntoma, porque este es sólo el reflejo del “conflicto autopoiético” (Maturana,1990) de su Estructura.
Centrémonos ahora en las particularidades del encuadre breve.
4.5.1 Encuadre, contrato y deontología
El setting o encuadre que se establece en las psicoterapias breves, incluida nuestra modalidad, cumple una función fundamental, porque sus referentes, (la duración del proceso y de la sesión, la periodicidad de las mismas, y el tipo de relación terapéutica que se establece) permitirán, junto con el resto de herramientas clínicas el desarrollo adecuado del proceso para alcanzar los objetivos clínicos.
Hay algunos aspectos propios de dicho encuadre que creo importante señalar. Uno de ellos, que se aplica en general en toda psicoterapia, es el respeto del profesional de la hora fijada para la sesión con el paciente. No se le debe hacer esperar (a no ser por causas excepcionales y siempre de forma puntual), ni compartir con otros pacientes, porque durante el tiempo de duración de la sesión no hay otros pacientes citados, creando una diferencia importante con lo que ocurre en algunos sectores médicos. Se respeta también la duración de la sesión estando el profesional presente durante el tiempo que dura la misma para ejercer su función, estableciéndose de esa forma la relación terapéutica.
Asimismo, queda excluida la posibilidad de que aparezcan “visitantes” o “extraños “a las sesiones (como estudiantes en prácticas). Solamente en algún caso concreto, advirtiéndolo previamente podría producirse esta circunstancia, pero es algo comprobado que estas “presencias” afectan el setting siendo una variable no controlable que perturba el proceso clínico. Lo cual obliga a diseñar dinámicas formativas específicas para esta especialidad (role playing, seminarios de casos, supervisiones…).Incluso el uso del vídeo, desde la PBC está contraindicado y no lo utilizamos. De hecho, los videos comerciales que hemos editado como medida de difusión y formación se han realizado de una forma ardua y delicada, contratando personas seleccionadas de entre todas aquellas que, sabiendo que iban a ser grabadas sus sesiones, deseaban realizar un tratamiento con nosotros de su propia dolencia. Durante el año que duró esta experiencia, a pesar de que se cumplieron los objetivos didácticos sin riesgo clínico para los participantes, incluso con alguna mejoría, comprobamos la influencia nociva de los factores extraños al encuadre clínico[6]
Vemos como las variables expuestas forman parte de la deontología del profesional, y es que el encuadre está íntimamente vinculado a la forma en que el profesional concibe su praxis clínica y por tanto a la ética profesional, la cual no es sólo una cuestión de principios y valores personales, sino que es una necesidad clínica. Sin deontología, no hay un marco clínico, con lo cual no se establece una relación terapéutica, por lo que no puede darse un proceso psicoterapéutico. Porque todo proceso vital exige un espacio ordenado, un ritmo, un “tempus”, un reconocimiento y una relación funcional en base a los objetivos del proceso y donde se respeten los acuerdos explicitados.
En este sentido considero que las principales reglas deontológicas de la psicoterapia han sido fruto del trabajo y la investigación del psicoanálisis (proceso en el que Reich participó activamente), si bien existen matices diferentes en función de los modelos clínicos. La mayoría de ellas se plasman en el código deontológico del Colegio Oficial de Psicólogos. Por ejemplo, es necesario evitar la relaciones personales y la realización de acciones sociales o tareas cotidianas con el paciente, especialmente, aquellas donde el psicoterapeuta tenga intereses personales o pudiera extraer un beneficio propio. Asimismo es necesario el cumplimiento de los acuerdos clínicos funcionales establecidos con el paciente así como el respeto a su intimidad y a su dignidad.
Junto a estas variables más cualitativas hay otros aspectos de encuadre más coyunturales que vienen explicitados en el llamado “contrato terapéutico”, a través del cual , paciente y terapeuta, (a partir de la devolución del terapeuta, consecuencia de las conclusiones previas extraídas de las sesiones iniciales de evaluación y diagnóstico) se comprometen a mantener los acuerdos adoptados respecto al número de sesiones, la periodicidad de las mismas , los honorarios (en el caso de la asistencia privada) , incluso las particularidades del modelo terapéutico ( en el caso de la PBC, por ejemplo, el uso de herramientas emocionales y neuromusculares).
El contrato terapéutico también cumple una función clínica importante. Permite detectar posibles reacciones transferenciales o resistencias cuando el paciente lo incumple parcialmente.
LLegando tarde, fallando una sesión, o cuestionando su duración. Si no estableciéramos unos acuerdos comunes esta referencia no existiría y no la podríamos utilizar analíticamente. Al mismo tiempo es una forma de establecer un punto de realidad social en un espacio terapéutico, con unos parámetros a través de los cuales se está comunicando implícitamente una cierta escala de valores, dando importancia al compromiso de lo asumido, la responsabilidad y el reconocimiento del otro. Aspectos que pueden ser elaborados en el espacio clínico extrapolándolos a otras relaciones personales del paciente o a situaciones de su realidad social.
Por ejemplo, si un paciente llega con más de diez minutos de retraso varias sesiones seguidas en la segunda fase del proceso sin mostrar signos aparentes de malestar o duda hacia la terapia , su actitud puede ser un indicativo de que hay una resistencia terapéutica en un momento de emergencia del foco caracterial que supone una fuente de conflicto para su coraza defensiva .Pero también puede reflejar una desgana, una falta de motivación hacia la terapia, lo cual debe suponer un replanteamiento del caso por parte del psicoterapeuta. Pero en ambos casos, si el paciente no fuera consciente del tiempo que dura la sesión (el cual no es modificable) y de la importancia clínica que tiene asistir a la sesión completa, no podríamos utilizar esa variable clínicamente, en menoscabo del propio proceso.
Asimismo tomando como referencia el contrato terapéutico, pueden detectarse “puntos ciegos” del psicoterapeuta o dinámicas contratransferenciales negativas a partir de que el profesional toma conciencia, por él mismo, o por el paciente, de que está dejando de cumplir alguno de los acuerdos del contrato. Por ejemplo llegar tarde, olvidarse de las sesiones de ese paciente, cobrarle unos honorarios diferentes a los acordados, dormirse en las sesiones, olvidar datos de su historia clínica…Lo cual debería llevar a una reflexión seria por parte del profesional y a una revisión clínica en un espacio de supervisión o con su analista de mantenimiento. Y si a pesar de todo ocurriese, se debe hablar con el paciente asumiendo el terapeuta la realidad y el error, lo cual reforzará la alianza terapéutica porque el profesional está actuando con honestidad al reflejar sus límites. A través de esta actitud de reconocimiento y respeto hacia el paciente se refuerza la modulación existencial y humana (que no “humanista”) del espacio clínico.
En algunos casos puede usarse el incumplimiento como parte de una estrategia terapéutica, pero sólo lo utilizaremos en contadas situaciones porque supone una actuación arriesgada. Además siempre existirá, en el momento adecuado, una elaboración caracteroanalítica para que el paciente conozca la lógica de esa actuación particular. Por ejemplo, para constatar la pasividad del paciente se le puede hacer esperar unos minutos para ver como reacciona. Tanto si la respuesta es reivindicativa (reclamando el tiempo restante), evasiva (no se da cuenta) o justificativa siempre está mostrando actitudes caracteriales y posiciones defensivas para evitar el conflicto con la autoridad que deben ser utilizados como material analítico.
Durante las sesiones, que suelen durar 50 minutos, nuestra actuación, dentro ya de nuestro modelo, estará en función de la Estructura de la persona. Si bien, en general, se suele dividir la sesión en tres partes. Durante la primera el paciente y el terapeuta están en una posición de ”bis a bis” abordando aspectos clínicos a través de la comunicación verbal. A continuación hay un segundo tiempo en el que el paciente, tumbado en el diván, realiza ciertas técnicas psicocorporales y neuromusculares. Finalizando la sesión con una tercera parte en la que se vuelve al uso de la palabra para hacer una síntesis de la sesión y plantear reflexiones sobre las consecuencias que tiene en la vida del paciente la experiencia vivida en la sesión.
4.5.2. La elaboración activa por parte del paciente, evitando los mecanismos de sugestión e inducción
Como ocurre con otros modelos clínicos, ya desde la aceptación del contrato terapéutico, el psicoterapeuta intentará que sea el paciente quien investigue sobre sus propios procesos internos, los entienda y los vincule con situaciones de su vida pasada y actual, lo cual le puede ayudar a tomar decisiones sobre temas pendientes. Para ello una vez seleccionados los aspectos relevantes de su situación clínica, se los irá presentando y le irá preguntando sobre ellos, ayudándole a tomar conciencia de lo evidente a través de señalamientos, confrontaciones y cuestionamientos En síntesis se trata de ayudar a que la persona sea consciente de su realidad a través de sus propios procesos cognitivos. De esta forma, también le enseñamos a pensar y a analizar, a recuperar su capacidad de contacto y el placer de descubrir y de comprender.
Este es uno de los objetivos de toda psicoterapia, a diferencia de las terapias de sugestión e inducción, a través de las cuales el paciente se supone que descubre cosas pero porque se las manifiesta el terapeuta. El planteamiento es simple: parece más sencillo mostrarle a una persona la causa posible de su trastorno que utilizar cinco o seis sesiones para que lo descubra por sí misma. Pero este argumento simple olvida dos cosas. La primera, que si la persona no conoce esa realidad es porque ser consciente de ella puede provocarle más conflictos que si lo ignora, es decir se está obviando las leyes de actuación del inconsciente. Y también se olvida, o no se quiere reconocer, que esa forma inductiva facilita la dependencia con el terapeuta porque confirma la jerarquía en base al poder del que tiene el conocimiento. Por tanto mantiene la postura de alienación e ignorancia que predomina en la masa social, reforzada por los mecanismos de poder de gobiernos e instituciones públicas que prefieren gobernar personas que no sepan pensar para pensar y decidir por ellos, y de esa forma mantener el poder. No olvidemos que esa alienación es una de las bases de funcionamiento de las dictaduras de todos los colores.
Por tanto, nuestra posición “mayéutica”, psicoterapéutica, es también una posición “política”.Y a la vez saludable, en cuanto que siempre va a provocar un mayor placer y a reforzar la autoestima el hecho de que seamos nosotros quienes tomamos conciencia de un conflicto y de la forma de resolverlo, en lugar de que sea otro el que nos lo muestre. Es esa sensación de bienestar y de alegría la que observo todos los días en mi consulta cuando los procesos son efectivos, no sólo por los cambios adquiridos, sino porque han aprendido a escuchar sus sentimientos y han perdido el miedo a mirar de frente los conflictos.
Considero, por tanto que esta posición clínica es una evolución particular de la génesis psicoanalítica de S. Freud, quien comparó ambos abordajes utilizando una imagen artística: “En realidad, entre la técnica sugestiva y la analítica existe una máxima oposición, aquella misma oposición que respecto a las artes encerró Leonardo da Vinci en las fórmulas per via di porre y per via di levare. La pintura, dice Leonardo, “opera per via di porre”, esto es, va poniendo colores donde antes no los había sobre el blanco lienzo. En cambio, la escultura procede per “via di levare”, quitando de la piedra la masa que encubre la superficie de la estatua en ella contenida. Idénticamente, la técnica sugestiva actúa per via di porre; no se preocupa del origen, la fuerza y el sentido de los síntomas patológicos, sino que les sobrepone algo -la sugestión- que supone ha de ser lo bastante fuerte para impedir la exteriorización de la idea patógena. En cambio, la terapia analítica no quiere agregar nada, no quiere introducir nada nuevo, sino por el contrario quitar y extraer algo, y con este fin se preocupa de la génesis de los síntomas patológicos y de las conexiones de la idea patógena que se propone hacer desaparecer. Esta investigación nos ha procurado importantes conocimientos. Por mi parte renuncié tempranamente a la técnica sugestiva, y con ella a la hipnosis, porque dudaba mucho que la sugestión tuviera fuerza y persistencia suficientes para garantizar una curación duradera. En todos los casos graves vi desvanecerse pronto la sugestión sobrepuesta y reaparecer la enfermedad o una sustitución equivalente. Además, esta técnica tiene el inconveniente de ocultarnos el funcionamiento de las fuerzas psíquicas, no dejándonos reconocer, por ejemplo, la resistencia, con la cual se aferran los enfermos a su enfermedad y se rebelan contra la curación, factor que es precisamente el único que puede facilitarnos la comprensión de su conducta en la vida.” (S. Freud, 1905)
W. Reich, unas décadas después, también hacía referencia a este tema en el primer capítulo de su libro “Análisis del carácter”:“Cuando Freud abandonó la terapia catártica y la hipnosis como auxiliares del análisis, cuando adoptó el punto de vista de que lo que el paciente puede decir al médico en un sueño debiera ser capaz de decirlo en estado de vigilia, trató durante algún tiempo de hacer comprender al paciente el significado consciente de sus síntomas mediante la interpretación directa de los derivados del inconsciente. Pronto descubrió que el éxito de este método dependía del grado de disposición del paciente para aceptar las interpretaciones. Halló que aquél les oponía una – por lo común inconsciente – y modificó su técnica en consonancia con éste hecho. Vale decir, abandonó la interpretación directa y trató, en cambio, de volver consciente lo inconsciente mediante la eliminación de las resistencias levantadas contra el material reprimido.
Este cambio fundamental en el concepto teórico y en la técnica fue un punto crucial en la historia de la terapia analítica; a partir de él comenzó a desarrollar la terapia actual. Nunca lo comprendieron los discípulos de Freud que se apartaron de él; el mismo Rank volvió al viejo método de interpretación directa de los síntomas. El intento actual no es sino una aplicación consecuente del método más reciente de análisis de la resistencia, el análisis del carácter, y corresponde al progreso de la terapia analítica desde el análisis de los síntomas al análisis de la personalidad total” (Reich, 1933)
4.5.3. La alianza de trabajo y el análisis de las reacciones transferenciales
Centrándonos en las particularidades que se producen en la relación terapéutica con este encuadre, hay que destacar la importancia que tiene la instauración de la “alianza de trabajo “ o terapéutica (Zetzel, en Greenson, 1967) vinculada, en cierto sentido, al contrato terapéutico. Supone recordar de vez en cuando al paciente los objetivos clínicos y las particularidades de un encuadre breve, reforzando su implicación en el proceso clínico y su complicidad con el psicoterapeuta .En un proceso profundo, también se puede utilizar para mermar resistencias transferenciales que impiden la elaboración funcional de la neurosis de transferencia, o en el caso de la Estructura fronteriza para desbloquear dinámicas relacionales estancadas a partir de la emergencia de aspectos paranoides, lo cual viene muy bien reflejado en algunos libros de O. Kernberg(1984,1990).
Por otra parte debemos estar muy atentos para evitar que se estructuren los desplazamientos afectivos históricos de los pacientes a la figura del psicoterapeuta estableciéndose dinámicas transferenciales (“neurosis de transferencia”) que sobrepasarían las posibilidades de elaboración en un encuadre breve. Para ello debemos analizarlos en el momento en que surjan (lo que ocurrirá en la Estructuras Neuróticas o Fronterizas), bien a través de sueños, de lapsus o por actitudes caracteriales concretas. “En la práctica las resistencias del carácter en la transferencia deberían analizarse desde el inicio»(Reich, 1933). Este análisis inmediato de las” reacciones transferenciales” impide el asentamiento de la «neurosis transferencial» y por tanto de la «regresión”, fenómenos propios y necesarios en un proceso profundo pero innecesarios y poco funcionales en un setting breve.
Durante las sesiones, generalmente en la segunda fase, algunos pacientes con las Estructuras mencionadas, empezarán a tener reacciones particulares de las que no serán necesariamente conscientes, como no tener ganas de hablar, hacerlo sin afecto, repetición excesiva de un mismo tema, impuntualidad, olvidar el pago de las sesiones… Estas reacciones pueden indicar un malestar (“incosnciente”) con el proceso o con el terapeuta. Si no hay motivo objetivo que lo provoque, las denominamos resistencias, y las que tienen que ver con el psicoterapeuta, reacciones transferenciales negativas .También se pueden producir reacciones excesivamente positivas , como alabar constantemente al psicoterapeuta, comentar en las sesiones que les ha aconsejado a sus familiares y amigos sus servicios clínicos…Lo cual serían asimismo resistencias, en cuanto se utiliza la seducción y la idealización para evitar tomar contacto con una realidad conflictiva. Generalmente estas reacciones no son exclusivas del espacio clínico. Lo mismo les ocurrirá en su trabajo, con su pareja, o con ciertas amistades. Por eso, siguiendo a Reich, vemos como estas actitudes son aspectos del carácter que se manifiestan en forma de resistencias en el proceso terapéutico y que, a su vez, reflejan una conducta adaptativa ante situaciones estresantes durante su historia infantil o adolescente.
Será por tanto a partir de estas reacciones como podremos realizar una elaboración analítica triangular, donde vemos que el espacio clínico, la vida actual y su historia infantil se encuentran implicados, siendo un medio fundamental para el desarrollo favorable del proceso. La particularidad en la psicoterapia breve es que estos hechos se harán evidentes de forma inmediata, sin dejar pasar tiempo, sin dejar que crezcan y que se consoliden en dinámicas más complejas donde la movilización inconsciente y emocional pueda ser mucho mayor .Lo cual es una medida adecuada en un abordaje profundo, pero no cuando el tiempo y los objetivos son limitados. Por ello las definimos como “reacciones transferenciales” (Greenson, 1967) y debemos elaborarlas lo antes posible, eso sí, siempre con la forma mayéutica descrita anteriormente.
Por último, la contratransferencia, como en otros modelos, es un elemento fundamental también en la P.B.C. Por una parte porque en ciertos momentos, lo que sentimos del/la paciente puede sernos útil para facilitar la toma de conciencia de una resistencia del paciente ,por ejemplo utilizando la técnica del «yo auxiliar» sobre todo en la Estructura fronteriza ( herramienta usada también por O. Kernberg en estos casos). En un estado de fuerte empatía entre paciente y psicoterapeuta sus sensaciones y estado emocional, pueden ser similares a los del paciente.
Cuando éste se encuentra bloqueado o con una resistencia negativa el psicoterapeuta puede poner en su boca las palabras que el paciente necesitaría utilizar para expresarse, desbloqueando la situación. Por ejemplo: “Te sientes bloqueado y hundido, estás decepcionado del análisis y no ves ninguna posibilidad de resolver tu problema, pero no me lo quieres decir porque temes mi reacción “. Lo cual es una actuación sorpresiva que fortalece la complicidad y la alianza de trabajo al desvelar y desdramatizar una situación que de forma fantasmática e imaginaria está provocando una distancia y una incomunicación. Pero es una técnica delicada que debe ser utilizada con mucho tacto y sólo en determinadas situaciones donde otras técnicas no han funcionado. Solemos emplearla más con la Estructura fronteriza por su propia idiosincrasia.
Asimismo, debemos tener en cuenta también la “contratransferencia neurótica” (Reich, 1933-Racker 1969) mediante la cual el psicoterapeuta puede tener un “punto ciego” o escotoma que bloquee el proceso terapéutico .Puede ocurrir que un problema específico de un paciente o una actitud suya esté influyendo en el psicoterapeuta a nivel personal pero de forma inconsciente, con lo cual no va a poder ver en el paciente aquello que le está influyendo. Con el riesgo de que si es algo importante para el desarrollo del proceso puede empezar a funcionar mal o a bloquearse. Por ejemplo un acto de infidelidad justificado por el paciente, que sea similar a la forma de razonar del terapeuta pero que le cause cierta contradicción moral, va a producir un mecanismo (contratransferencia neurótica) por el cual el psicoterapeuta no va a tener en cuenta ese hecho, dejando de lado un elemento que puede tener importancia en el desarrollo del análisis de ese paciente (por ejemplo la culpa que subyace a esa acción). Cuanto más límites neuróticos no elaborados tenga el profesional más se puede activar este mecanismo.
Este fue uno de los motivos que, históricamente hablando, llevaron a W. Reich y a otros psicoanalistas a solicitar que en la formación de los analistas se incluyera el propio análisis personal. Esta premisa (la realización de una Vegetoterapia Caracteroanalítica) para nosotros es incluso previa a la formación como orgonterapeutas y psicoterapeutas caracteroanalíticos, porque de esa manera el candidato se puede sentir realmente paciente, con sus límites estructurales, y donde todo es cuestionable, incluso el deseo de ser psicoterapeuta. Pero como, a pesar de esta medida, puede pasarnos en algún momento de nuestra vida profesional, a modo preventivo vemos necesario realizar periódica y permanentemente sesiones de supervisión de casos, individual y en grupo, y sesiones individuales de vegetoterapia. De esta forma, si percibimos que el proceso con un paciente no funciona por los cauces habituales debemos plantearlo en supervisión, abiertos a la posibilidad de que el problema se deba a una actitud fruto de la contratransferencia negativa, lo cual sólo puede verlo otro colega. Si se analiza y se elabora adecuadamente es muy útil tanto para el paciente como para el propio psicoterapeuta.
4.5.4. Validez empírica de la P.B.C. Evaluación y seguimiento del proceso
Como ya hemos visto, la metodología de la PBC la fui estructurando a lo largo de años de investigación y de trabajo experimental con decenas de pacientes. Es en 1990 cuando la presento en un congreso internacional y en 1992 a través de varios artículos en revistas especializadas. Desde entonces varias decenas de especialistas la están utilizando en su práctica clínica en centros públicos y privados del estado Español, otros países europeos y también en México, Brasil y Chile. Son, por tanto cientos de casos finalizados con buenos resultados, de los cuales tenemos más de trescientos cuantificados a través de fichas clínicas de evaluación y seguimiento. Coincidiendo con otros modelos pensamos que es fundamental cuantificar nuestra praxis clínica para tener referencias objetivas que permitan evaluar nuestro trabajo para mejorarlo constantemente. Para ello utilizamos junto a las encuestas que rellenan los pacientes al finalizar el proceso, dos fichas clínicas.
La primera ficha permite sacar conclusiones del proceso realizado con la P.B.C. La segunda refleja la evolución del paciente durante los dos años posteriores a la finalización del proceso.
A través de la cuantificación y análisis de sus datos se demuestra que en el 80 % de los casos se mantienen los objetivos alcanzados con la PBC durante ese período, lo cual es una muestra holgada que permite avalar científicamente la eficacia y validez de la P.B.C. (Utilizando los requisitos que para dicho reconocimiento plantea la Asociación Americana de Psicología.)
Estos son los modelos que utilizamos:
FICHA DE EVALUACIÓN, DE SEGUIMIENTO Y DE SUPERVISION EN P.B.C.
A) FICHA DE EVALUACIÓN DE LOS RESULTADOS
Evaluación del caso durante el tratamiento. Fundamentalmente guiándonos por las tres fases de la terapia en P.B.C., en base a los siguientes referentes y con una puntuación de 1 a 10:
-Alianza de trabajo y elaboración de las reacciones transferenciales. Especificar y puntuar………………
-Grado de reblandecimiento caracterial (En la Estructura de Carácter Neurótica y Borderline), o de contención y organización de la Estructura (en el caso de la Estructura Psicótica). Especificar y puntuar……………………………
-Reducción del distrés-Especificar y puntuar………………………….
-Reducción de la tensión corporal y tono respiratorio. Especificar y puntuar………..
-Toma de conciencia de la problemática focal y evolución de la misma. Especificar y puntuar…………….
-Nivel de empatía en la relación terapéutica. Especificar y puntuar………
-Capacidad de contacto del paciente. Especificar y puntuar………..
-Evolución funcional de la capacidad de racionalizar. Especificar y puntuar……
-Resolución de los objetivos sintomáticos existenciales, somáticos, psíquicos, perceptivos, energéticos, pulsionales. Especificar y puntuar………………..
-Respuesta al tratamiento con herramientas convergentes. Especificar y puntuar……..
B) FICHA DE SEGUIMIENTO:
Evaluación del caso a partir de la finalización del proceso, durante dos años. Basado en el seguimiento del caso con sesiones cada 2-3 meses y con un baremo fundamentado en estas variables y valorándolas también de 1 a 10:
-Mantenimiento del foco y de los objetivos terapéuticos. Especificar y puntuar…………………………….
-Sustitución del síntoma inicial por otros menores en circunstancias externas adversas. Especificar y puntuar…………………………….
-Nivel de socialización. Especificar y puntuar…………………………….
-Grado de flexibilidad caracterial, respeto y tolerancia. Especificar y puntuar…………………………….
-Capacidad de contacto para discernir aquello que le aparta de su ritmo y de lo que le conviene a su cuerpo, para conocer y hacerse más consciente de la realidad social .Especificar y puntuar…………………………….
-Grado de implicación afectiva con las personas y las circunstancias que le rodean. Especificar y puntuar…………………………….
-Grado de asentamiento ontológico y posición existencial. Especificar y puntuar…………………………….
-Opinión del paciente respecto a su proceso y a su momento actual. Especificar y puntuar…………………………….
-Capacidad respiratoria y regulación energético-sexual. Especificar y puntuar…………………………….
-Grado de capacidad laboral y creativa. Especificar y puntuar…………………………….
-Cambios vitales propios (pareja, hijos, separaciones, duelos, engaños, traiciones, amistades, despidos u éxitos laborales…) cómo los expresa y como reacciona ante ellos. Especificar y puntuar…………………………….
Con una media de 80 puntos se podría hablar de una buena evolución del paciente durante ese tiempo y por tanto hablaría del éxito del proceso con la P.B.C.
4.5.5. La psicoterapia breve, etapa inicial para continuar con una psicoterapia profunda
Como ya he mencionado anteriormente, coincidiendo con algunos de los autores descritos en la aproximación histórica al encuadre breve, considero que la P.B.C. es un marco clínico necesario con algunas personas para que puedan acceder posteriormente a un proceso profundo (en nuestro caso la Vegetoterapia Caracteroanalítica) con mayor receptividad e implicación. La experiencia nos ha demostrado que, en el caso de la Estructura fronteriza, el índice de fugas de la terapia, que es muy alto en cualquier psicoterapia profunda, se reduce de forma considerable (a un tercio) en aquellas personas que han realizado primero la P.B.C, por sus particularidades técnicas. El paciente reduce su posición narcisística lo cual le permite una cierta escucha del otro y el reconocimiento de alguno de sus límites. Y al mismo tiempo comprueba que, en poco tiempo, obtiene resultados favorables (desde sus varemos valorativos), creando alianza con el terapeuta, con lo que se neutraliza, momentáneamente, las tendencias reactivas, evitadoras y destructivas de estos pacientes.